Rachel Weisz se destaca en esta desgarradora historia basada en hechos reales.
Kathryn Bolkovac (Weisz) es una agente de policía de los Estados Unidos con bastantes problemas. Por un lado, su familia se quebró y no tiene tiempo para ver a su hija. Por otro, el trabajo la consume y es adicta a él, pero la rutina de escritorio no es lo suyo, e incansablemente, mes a mes, envía una solicitud de cambio de sector, que es sistemáticamente rechazada. Pero un día, sus superiores le ofrecen un trabajo que su espíritu justiciero no podrá rechazar: ser parte del cuerpo de paz que viajará a Bosnia para ayudar en ese país devastado por la guerra. Ella aceptará el viaje poniendo en jaque toda su vida tal cual la conoce, y alejándose de su hija posiblemente para siempre.
Allí será parte de los cascos azules, manejados por la empresa Democro Corp, los contratistas militares que-en teoría-ayudarían en la reconstrucción de Bosnia. La realidad le dará un golpe cuando vea el lugar que ocupan las mujeres en esa sociedad, machista casi por naturaleza, pero todo su mundo se derrumbará cuando descubra toda una red de tráfico de personas obligadas a ejercer la prostitución que toca a las cúpulas más altas del ejército de los Estados Unidos, de Democro Corp y de las Naciones Unidas. Ella deberá luchar sola contra todas estas fuerzas para liberar a las mujeres que viven encerradas, con miedo y en condiciones infrahumanas.
La verdad oculta (The Whistleblower, en inglés) es una de esas películas incómodas, indignantes y que hacen todo menos divertir. Saber que lo que estamos viendo es una interpretación de algo que sucedió (y, para peor, sucede) en el mundo nos pone en un lugar de espectador impotente que, lejos de hacernos disfrutar la película, nos la hace sufrir. Todo lo que dije, aunque no parezca, es un halago para los realizadores y para Rachel Weisz, que supieron transmitir la angustia de esas mujeres esclavizadas.
El único problema que tiene la película es que llega demasiado rápido al conflicto, y todo lo que serviría de prólogo, para conocer a Bolkovac y su relación con su hija, pasa casi desapercibido. De hecho, en el momento que comienza a obsesionarse con este caso policial, ya no existe familia para Katherine, sino que solo ve su lucha privada y prohibida contra el poder.
En definitiva, La verdad oculta es una película imperdible, pero no es para cualquiera ni para ver en cualquier momento. El espectador tiene que saber que no la pasará bien y que el sabor amargo que le dejará no se va a ir con el primer caramelo que coma al salir del cine.