La Privatización de la Libertad
The Whistleblower o La Verdad Oculta es un thriller político basado en hechos reales, que descubre las grandes redes de trata de personas en las que están involucrados hasta los organismos, que se suponen, deben velar por la integridad de los seres humanos.
Lamentablemente esta película tuvo un paso fugaz por las carteleras argentinas, pero eso no es casualidad, ya que a nivel mundial también tuvo una distribución muy limitada... ¿alguna mano negra por detrás? no lo sabremos nunca. La cuestión es que de una manera bastante dura se pone en pantalla esta realidad que nos atañe a todos, que a priori uno ve con ojos de espectador, cuando en realidad somos protagonistas y cómplices de esa situación de esclavitud sexual. Creo que esto es lo que más me incomodó de ver este film, aunque también produjo en mi persona esa necesidad de ser parte de esta denuncia que es un "secreto a voces".
La trata de personas no sucede sólo en Bosnia, o los países del este europeo... sucede acá la vuelta, delante de nuestras narices. Todos conocemos donde están los prostíbulos, muchos conocemos gente que consume sus servicios, e incluso hasta sabemos cuales son las zonas donde más se secuestran jóvenes para ser vendidas como esclavas sexuales. La cosa está es ponerle un freno a este infierno que pensamos que no nos toca, que nunca nos puede pasar.
Hecha la denuncia política, paso al film, que me pareció en 1er lugar que conjuga muy bien la historia dramática con el thriller de calidad, ofreciendo una actuación de la protagonista Rachel Weisz, que junto con la labor del cast de reparto, convierten a esta cinta en 112 minutos de disfrute cinematográfico. Participan en la historia artistas de la talla como la inglesa Vanessa Redgrave ("Venus", "Misión Imposible"), David Strathairn ("L.A. Confidencial", "Good Night and Good Luck") y Mónica Bellucci (Irreversible, Malena), conformando un equipo de talentos que le da seriedad y credibilidad a la película.
La temática es super actual, el suspenso y la tensión que le imprime la directora debutante Larysa Kondracki es impecable, las actuaciones son muy respetables y la forma de mostrar el infierno que viven las esclavas sexuales día a día incomoda, pero resulta fundamental para la fuerza del film. Quizás su pecado más grande es redundar sobre algunas obviedades del mundo de la prostitución y su ritmo por momentos algo lento. Fuera de eso, es totalmente recomendable a aquellos espectadores que disfrutan de los thrillers políticos en los que se ven involucrados hasta los más santitos de todos. También ofrece una mirada sobre los jugosos contratos que se cierran con empresas privadas para supuestamente "ayudar a los más necesitados y ofrecerles la libertad e independencia de los regímenes que los esclavizan", cuando en realidad no tenemos idea de lo que realmente pasa y por detrás hay una gran movida de costos y beneficios. Recomendable.