Si bien el documental parece ser un homenaje a una de las obras más importantes de Federico Fellini y del cine italiano contemporáneo, el relato se construye casi en su totalidad alrededor de la figura de Peppino Amato, uno de los productores de la película que creyó en el proyecto y lo siguió apoyando plenamente a pesar de sus diversos inconvenientes.
Precisamente el documental develará a través de material inédito en cartas originales –que pasan del papel escrito a máquina, a las voces impecables de los dobladores Luca Dal Fabbro y Ambrogio Colombo, quienes le dan vida en la actualidad para generar un interesante diálogo realidad/ficción-, telegramas, fragmentos fílmicos y mediante escenas ficcionadas; todas las complicaciones alrededor de la filmación, producción y el posterior estreno de “La Dolce Vita”.
El director, Giuseppe Pedersoli en su primer trabajo para la pantalla grande, es precisamente el nieto de Amato y deja claro su halo de homenaje y de (re)valorización de la enorme carrera que tuvo su abuelo como productor de las películas más importantes de la época, que fijaron además una mirada de vanguardia dentro del cine italiano de posguerra.
Obras como “Roma, Ciudad Abierta” –junto con la elección de Ana Magnani como protagonista y ese inolvidable personaje- “Ladrones de Bicicletas” “Umberto D.” o “Francisco, juglar de Dios”, tuvieron a Amato como productor, codeándose con Vittorio de Sica, Roberto Rossellini y el propio Fellini.
Pedersoli revela los diversos problemas que fueron complicando cada vez más a la producción de esta película cuyo presupuesto se fue tornando inmanejable hasta llegar a duplicar lo que originalmente se había pactado. No solamente las discusiones rondaron alrededor del material desperdiciado y los millones de liras que se seguían gastando, sino también respecto de su duración, que complicó el proceso de montaje posponiendo el estreno, y que a su vez la haría muy poco comercial y generaría complicaciones para recuperar todo lo invertido.
Testimonios de actrices que participaron de la película, de los familiares de Amato, de reconocidas figuras del mundo del cine italiano como Bernardo Bertolucci o Dino de Laurentiis, van permitiendo unir las piezas para recordar a una obra maestra como “La Dolce Vita”, pero al mismo tiempo, para ir armando y poniendo en valor a la figura de Giuseppe / Peppino como el gran productor que fue, un apasionado de su trabajo, una mente obsesionada por llevar a cabo esta película enorme desde que hizo la primera lectura del guion y que defendió contra todos los pronósticos: una película que resistió plena al paso del tiempo y que, todavía, sigue siendo magnética con su inconfundible plata y negro.
Las figuras de director y de productor se ponen en tensión y uno de los lineamientos más fuertes que trabaja el documental es justamente la pregunta que en el mundo del cine suele presentarse en más de un caso: ¿le película es finalmente obra del autor o del productor?
En palabras del propio Fellini, este proyecto que ahondaba en la burguesía italiana de la época, quería mostrar personajes trágicos en situaciones penosas pero que, en su trasfondo, lograran transmitir esa dulzura misteriosa que tiene la vida. Indudablemente que lo ha logrado con una película que a más de 60 años de su estreno sigue vigente con ese inolvidable encuentro de Sylvia y Marcello (Ekberg-Mastroianni) en la fuente, debajo de la cascada, con una escena romántica de antología.
Quienes hayan visto “La Dolce Vita” disfrutarán nuevamente sus fragmentos, sumando la información de los entretelones que rodearon toda su producción. Quienes no la hayan visto, el documental se transforma en una excelente excusa para entrar al universo de Fellini y sus creaciones.
Lo más importante que deja “LA VERDAD SOBRE LA DOLCE VITA” es el retrato de Amato y el hecho de pensar que sin Peppino, su tesón, su pasión y su fuerza para insistir y sacar el proyecto adelante, una de las más grandes obras de Fellini y del cine italiano, jamás hubiese sido posible, sin él “La Dolce Vita” posiblemente no hubiese existido.