Es la primera película en el exterior y con un idioma que no domina para el famoso director Hirokazu Kore-eda (Somos una familia, La hermana pequeña, De tal padre tal hijo). Esta suerte de debut de la mano de Catherine Deneuve y Juliette Binoche nos regala un film entrañable. La historia de una actriz en decadencia, con fallas en su memoria, pero con agudas miradas sobre el cine y su actualidad que tiene a la Deneuve en una actuación brillante, es también un homenaje al cine, y a la gran actriz, y la particular sensación que mucho de lo que expresa su personaje parecen sus propias ideas. Pero además de ser una película que analiza y observa al cine, la profundidad del realizador indaga con precisión sobre las “verdades” de nuestra vida, las objetivas, las que nos inventamos para seguir adelante con menos dolor y las que propone la actuación. No necesariamente en la ficción. El talento de la Deneuve en contrapunto con Juliette Binoche es una delicia para el espectador. Son actuaciones que se saborean en cada situación y llegan a la emoción genuina cuando se ponen al descubierto de que manera urdieron esos personajes una trama para amarse y odiarse al mismo tiempo. Complejas inteligentes miradas para un vínculo que nunca es simple. Especialmente certeras en lo específico del mundo femenino. No hay que perderse esta película.