PELÍCULAS HECHAS POR PERSONAS ORGULLOSAS DE SER PERSONAS QUE HACEN PELÍCULAS
El dúo de actrices francesas Catherine Deneuve y Juliette Binoche protagoniza el drama familiar La verdad, que trata sobre la visita de una guionista, junto a su esposo y su hija, a la casa de su madre, una famosa actriz de cine francesa. La película posee un importante componente autorreferencial y hasta autobiográfico (Deneuve, actriz famosa por sus papeles protagónicos en décadas pasadas encarna a una actriz famosa por sus papeles protagónicos en décadas pasadas, que, al igual que ella, lleva el nombre de Fabienne). Alrededor del personaje de Deneuve gira tanto la trama narrativa como los temas que aborda la película, siendo el principal la vejez como punto de inflexión en la vida de las personas.
La famosa actriz parisina Fabienne ha llegado ya a una etapa de su vida en la que se siente amenazada por el talento y la belleza de las actrices más jóvenes. Sus roles son ya los de mujer adulta, y si bien sostiene a modo de defensa contra el paso del tiempo una imagen cuidada y glamorosa, y una mueca pedante e irónica, la llegada de la vejez la obliga a reflexionar sobre su pasado y su presente, y sobre la relación por momentos conflictiva entre su carrera profesional y su vida personal.
Si la vejez como umbral es el centro de la exploración temática de La verdad, el cuerpo narrativo que sostiene esta búsqueda es el regreso de la hija de Fabienne a su vida. La trama oscila entre la casa de la protagonista, donde la familia de su hija se está quedando, y el set en el que se está filmando su nueva película. Un vaivén entre la esfera de lo público y lo privado, y en el centro, la publicación de la autobiografía de Fabienne, quien se ha tomado más de una libertad a la hora de narrar su vida a sus seguidores. Se inaugura así otra problemática que la película aborda, al igual que las demás, con tacto y humanidad: los límites entre lo verdadero y lo falso (entre Fabienne como actriz y como madre). La película encara esta cuestión trabajando la complejidad emocional de sus personajes, cuyas relaciones son atravesadas por lo verdadero y lo falso, no ya como categorías excluyentes sino como dos partes de un flujo vital único.
Es difícil encontrar cosas para reprocharle a La verdad. Se trata de una película sencilla en sus pretensiones, dedicada absolutamente a sus personajes y que, paradójicamente, tal y como la propia Fabienne, peca por momentos de mirarse demasiado el ombligo. Es, después de todo, un film cuyos personajes son actores, productores y guionistas. Sin embargo, si hemos de categorizar a La verdad dentro de ese grupo tan criticado de “películas hechas por personas orgullosas de ser personas que hacen películas”, hay que decir que no por ello pierde humanidad, lo cual la vuelve un relato sincero y, por momentos, verdaderamente cálido.