Catherine Deneuve, Juliette Binoche y Ethan Hawke
La máscara del ego puede esconder una pátina suave (o no tanto) de inseguridad y eso es lo que le sucede, y se ve en las expresiones que llevan al personaje de Catherine Deneuve (Fabienne Dangeville), a mostrarse dura en La verdad, cuando en realidad su destello de estrella no es más que luminosidad inmanente.
Respecto de las cuestiones técnicas primarias parece que uno se repitiera cada vez en el desmenuzamiento de la mirada y presentación estética, pero siempre es bueno e interesante hacer un punto de mención con la cuidadosa fotografía.
El vínculo entre madre e hija parece estar basado en una disociación de las acciones y emociones que habitan ambas. Sumemos a eso que el círculo, las parejas de Fabienne y Lumir (Juliette Binoche), son apenas satélites del conflicto inicial y de quienes lo protagonizan. De alguna manera eso ayuda a resaltar las muestras de diferencia en el ser, los reproches que sobrevuelan los encuentros (que tienen la poesía que Fabienne pide para los guiones) y las conexiones con las figuras simbólicas de miedo de la infancia tejen una red de contacto generacional y transmisión de la comprensión entre cada una de las partes.
La verdad, la nueva película de Hirokazu Koreeda, es una excelente opción para ver en esta posibilidad de regreso al cine como se debe vivir, en las salas, y es, sobre todo, narración sobre la familia y los vínculos que deja sentadas las bases para el lucimiento de un muy buen elenco.