Kore-Eda Hirokazu es un director consagrado en Asia que desde su éxito en Cannes y su nominación al Oscar en 2018 con «Shoplifters», tenía el visto bueno de la industria para probarse en el cine occidental de primera línea. Condiciones, no le faltan, para tal desafío. Su visión de los entramados familiares y las dinámicas vinculares, son su tema y en «La verdad», desembarca con una propuesta similar y con tres actores que serían la envidia de cualquier cineasta: Catherine Denueve, Juliette Binoche y Ethan Hawke.
Sin embargo, estos sobresalientes todoterreno, no parecen cómodos en este film de Hirokazu. Es cierto que la cinta es entretenida y tiene algunos momentos simpáticos, pero está lejos de lo que potencialmente podría ser, teniendo en cuenta los tres ases con los que cuenta el director.
La historia es la de una aclamada actriz francesa, Fabianne, dos veces ganadora del premio Cesar (Denueve lo ganó… en 14 oportunidades en la vida real!), que está a punto de publicar sus memorias en este tiempo. Es una mujer vanidosa que entiende que ella es el centro del mundo, o debería serlo… Está a punto de lanzar sus memorias y esa publicación la entusiasma, si bien es cierto que tiene otros proyectos (rueda una película de bajo presupuesto), pero ese parece ser el más convocante para su ego.
Es así que en su cómoda y lujosa mansión parisina, recibirá a su hija Lumir (Binoche) quien llegará con su pequeña hija y su marido Hank (Hawke), un actor de segunda línea que completa el colorido cuadro familiar.
El corazón del film se estructura sobre la filosa relación entre Fabianne y Lumir, quienes tienen muchas cuentas que saldar de tiempos pasados (realmente, unas cuantas). Lo cierto es que en esa trama tejida con cierto esfuerzo por Hirokazu, todo parece un poco impostado, los diálogos pretenden un humor sutil pero no aciertan a veces con el tono y la cinta sólo se hace fuerte en los momentos críticos que se generan de las distintas perspectivas que tienen madre e hija sobre temas centrales en la vida…
Hawke juega de un secundario con pocas luces y acompaña al dúo protagónico con oficio y experiencia, sin notas destacadas. La cadencia habitual del cineasta parece no funcionar demasiado en la relación Denueve-Binoche pero la calidad de las intérpretes alcanza para sostener el relato a flote a lo largo de toda la extensión del film.
Podemos decir que «La verdad» es un film elegante, con notas sutiles de drama familiar, quizás un poco desparejo y que nos hace pensar que al prestigioso Hirokazu todavía le falta para mostrarse sólido en un escenario distinto a los que domina en su geografía.