Catherine Deneuve y Juliette Binoche son madre e hija con reclamos en la ficción
Una película donde ficción y realidad se mezclan, donde el paso del tiempo es un aditamento más a los conflictos presentados, y en donde la esencia de la actuación se transforma en la verdad.
En un momento de La Verdad (La vérité, 2019), la cámara de su director, Hirokazu Koreeda (Somos una familia), se reposa en el escritorio del personaje central, Fabienne Dangevile (Catherine Deneuve), lo recorre, describe sus muebles con la lente, sus paredes, y en una de ellas el afiche enmarcado de una película, The Belle of París, nos hace dudar acerca de la verdad del relato, una película de cine, sobre cine, con una madre que priorizó su carrera artística, desatendió sus vínculos y, principalmente, no acompañó a una colega, un fantasma que la sigue acechando, en un momento transcendental de su vida, en donde el paso del tiempo y las nuevas generaciones vienen amenazando su futuro.
Son muchas las películas que toman al universo del cine para apropiárselo y narrar otras historias, pero, en el caso de La Verdad, hay un adicional que tiene a Deneuve como eje del relato e ícono del cine, y ese afiche remitiendo a una de sus máximas interpretaciones en Belle de jour (1966), no hacen otra cosa que transformar el metadiscurso en la verdad de la película, y en la que la publicación de las memorias de Fabienne, es la excusa perfecta para que su hija Lumir (Juliette Binoche), junto a su familia (Ethan Hawke, Clémentine Grenier) viajen a París a visitarla.
Claro está que a los pocos minutos de realizado el reencuentro, los conflictos aflorarán, y más aún cuando Lumier lea el libro de Fabienne, un relato sobre su vida con muchas licencias, y más ficción que autobiografía.
Desde ese punto, la película convierte ese encuentro en el alimento para que el cine, sea por las anécdotas del libro, las entrevistas que Fabienne de a la prensa especializada, o su retorno a la pantalla en una producción en la que deberá compartir escena con una joven actriz (Manon Clavel) a la que todos la comparan con esa amiga a quien no ayudó y terminó muerta en una playa, sea el principal vector del relato.
Pero también hay espacio para ideas sobre la familia, el amor, la pareja, los hijos, la vocación, el esfuerzo, tópicos que ingresan para potenciar el relato y el duelo entre Deneuve y Binoche, las que, en sus respectivos roles, permiten, además, volver a disfrutarlas haciendo lo que mejor saben hacer, deslumbrar interpretativamente.
La reflexión sobre el momento actual del cine, en donde las plataformas impulsan figuras como estrellas, incluyendo a su yerno (Hawke), “cualquiera puede ser actor en una serie”, dispara Fabienne, o sobre el rol del actor, como cuando Lumir le reclama a su madre el no contar la verdad en el libro que acaba de editar, “soy actriz, no voy a contar la verdad”, son algunos de los puntos más altos de esta entrañable historia potente y sólida, disfrutable de principio a fin.