Vida y obra
Construida a partir de una artificialidad poco frecuentada por el cine nacional, La vida anterior (2013) transcurre en el ambiente del canto lírico y narra el encuentro entre Ana (Elena Roger) y Federico (Sergio Surraco) con Úrsula (Esmeralda Mitre).
Ana conoce en una fiesta a Federico; allí los rodean el ambiente nocturno, la música de fondo, la seducción. Tres componentes que recorren esta película de Ariel Broitman pero que, poco a poco, irán dejando su matiz festivo para vincularse a un drama de espesor mayúsculo.
Ana y Úrsula son estudiantes de canto lírico, rama del arte que se destaca por su exigencia interpretativa y destreza vocal. Un día, Ana llega antes del comienzo de su clase y escucha la voz prodigiosa de su compañera, solamente precedida e interrumpida por la maestra de canto (delicada composición de Adriana Aizemberg). Y el resultado no podría ser otro que la admiración (¿la envidia?).
Hay algo de esa forma musical que transmuta en las pasiones de los personajes, a las que el realizador retrata –de forma pertinente- a través de una puesta en donde se destaca el artificio y una paleta de colores saturados. La voz en off también es otro de los elementos a los que recurre para narrar esta historia que le exige al espectador una mirada menos vinculada a la verosimilitud del cine de género.
Esta apuesta por escapar al naturalismo se condensa también en las actuaciones, que encuentra a los integrantes del triángulo en plena forma. Elena Roger demuestra no sólo que es una gran cantante, sino además una muy buena intérprete para el cine. Surraco compone al personaje más oscuro, más hermético, y lo hace con una economía gestual que no desentona con la propuesta integral. En este caso, la mayor sorpresa es la de Mitre, cuya figura remite a una belleza pictórica, renacentista, que le sienta muy bien a una película que trabaja a partir del desencanto de lo real en comparación con lo ideal. El momento de mayor equilibrio llega con la amistad entre la pareja y Úrsula, cual fábula pastoril, intercambiando anécdotas en un espacio plácido. El punto de inflexión no tardará en llegar.
La altisonancia de la banda sonora provocará sus rechazos y adhesiones. También, el ambiente entre bohemio y elitista en donde estas pasiones son engendradas. Como reverso inevitable, La vida anterior será ampliamente aprobada por los espectadores ávidos de ver modalidades narrativas en la pantalla grande que se alejen del realismo naturalista y se animen a explorar el drama interno desde un lugar operístico.