Amistades peligrosas
En un filme cuya narración es un largo flashback, Ariel Broitman cuenta la historia del matrimonio de Ana (Elena Roger) y Federico (Sergio Surraco). A partir de un diario que él llevaba, la acción vuelve al comienzo, cuando ella estudiaba canto lírico, y él, chelista y pintor, se sentía algo frustrado porque su trabajo no era lo suficientemente reconocido. La vida de Ana era bastante rutinaria hasta que en una de las clases de su profesora de canto (Adriana Aizemberg), escuchó la hipnótica voz de Úrsula (Esmeralda Mitre), y las dos se hicieron amigas.
La película sigue la relación entre los tres, ya que la presencia de Úrsula será cada vez más invasiva. Y si bien para el espectador muchas de las cosas que ocurren pueden resultar previsibles, sorprende la reacción (o no-reacción en algunas oportunidades) de los personajes frente a lo que les sucede, complicando la empatía del espectador con ellos. Por otra parte el desenlace, ya anunciado en el comienzo de la película, es tan caprichoso, con recuerdos salidos literalmente de la nada (no hay ningún indicio previo), que no se comprende del todo y por ello no llega a conmover.
Ariel Broitman debuta como director adaptando él mismo la novela “La Maestra de Canto” de Silvia Arazi. La película cuenta con una cuidada banda sonora, en parte original, creación de Pablo Sala, y en parte con piezas líricas de conocidos autores. Si bien la música ocupa un lugar primordial en el filme, desde el comienzo se percibe un leve desfasaje en la edición de sonido. Lo suficiente como para que resulte molesto, y si bien se sabe que la voz de Úrsula no es la de Esmeralda Mitre, la misma sensación queda para las partes de Elena Roger, que por supuesto sí canta las suyas.
Las actuaciones de Roger y Surraco, e incluso la profesora que compone Aizemberg, están muy bien logradas, mientras que Esmeralda Mitre no alcanza tanto el efecto desde su actuación como desde la teatralidad con la que está armado su personaje: la voz de soprano trágica, la construcción estética en general da la oscuridad que Úrsula necesita.
Enmarcada en el ambiente de la música clásica, de todos modos cuesta conectar con una película que, entre los problemas de edición, y la falta de solvencia del guión, termina resultando demasiado larga y lejana.