Principio y fin de una pasión
La Palme d'Or del festival de Cannes a la mejor película fue otorgado este año a la épica y extraordinaria historia de amor La Vida de Adèle, que se estrena esta semana en cines argentinos. Tan descomunal es la película que el jurado y su presidente, el mismísimo Steven Spielberg, insistieron en que el premio fuera compartido entre su director, Abdellatif Kechiche, y sus dos protagonistas: Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos.
Es que este film es uno de los retratos más apasionantes y desgarrantes del amor que se ha visto en el cine en los últimos tiempos. Cuenta la historia de Adèle (Exarchopoulos), una adolescente francesa que comienza a explorar su sexualidad y se da cuenta de que le falta algo. Pero su vida da un giro inesperado cuando en el medio de una calle transitada cruza miradas con Emma, una chica de pelo azul interpretada por Léa Seydoux. El famoso coup de foudre, o amor a primera vista.
Las chispas que nacen entre las dos las llevan a una desenfrenada relación sexual y amorosa. Una escena de sexo explícita que dura más de siete minutos haría orgulloso al mismo Bertolucci –y quizás también lograría hacerlo sonrojar. Las tomas largas y la abundancia de los primeros planos de Kechiche crean una historia íntima e inolvidable, que diferencia a La Vida de Adèle de cualquier otra simple película romántica.
Y también muestra los dos capítulos de casi todas las historias de amor: el apasionado y excitante comienzo y la ineludible colisión concluyente. Y, por supuesto, la inevitable ambigüedad final.
El film dura tres horas. En esas tres horas lo que llena cada plano es Adèle: Adèle atándose el pelo, desatándoselo y volviéndoselo a atar; Adèle llorando; Adèle comiendo; Adèle durmiendo con la boca abierta, o desparramada en la cama con unos joggings, o corriendo un colectivo para ir al colegio mientras se levanta los jeans para que no se le caigan.
En esta película no hay maquillaje ni embellecimientos. Las chicas se visten como chicas y no como Barbies perfectas, y discuten como personas reales –hubo un guión muy preciso pero se les pidió a las actrices que trataran de improvisar sus escenas. Cada detalle no hace otra cosa más que ofrecer un relato real y sincero, como las calles de la ciudad de Lille, normal y cotidiana, que contrasta con el casi omnipresente París de los films franceses de moda de los últimos años como Amélie.
Y la actuación de sus protagonistas merece un capítulo aparte. Léa Seydoux (Medianoche en París, La Belle Personne), de 28 años, es ya una actriz consagrada en Francia, una fama que se está proyectando internacionalmente. Su retrato de la elitista y andrógina Emma es casi chocante con sus anteriores papeles, extremadamente femeninos. Y Adèle Exarchopoulos es simplemente una revelación. Con tan sólo 19 años –ahora 20- logró otorgarle a su personaje una franqueza y una madurez que resultan más que refrescantes hoy en día.
Una sumersión emocional total de las actrices y una fotografía poéticamente realista hicieron de La Vida de Adèle una joya cinematográfica, y una de las mejores películas del año.