Las canciones perdidas.
Al igual que en sus anteriores films, Nadar Solo (2003), Como un Avión Estrellado (2005) y Excursiones (2009), hoy el realizador Ezequiel Acuña se centra en pequeñas historias cotidianas para construir una narración poética con una sensibilidad inusual que siempre remite a lo no dicho o a algún trauma indecible del pasado, que marca todo el desarrollo de la trama desde su ocultamiento.
En La Vida de Alguien (2014), el cuarto largometraje de Acuña, Guille (Santiago Pedrero), un guitarrista y compositor, intenta reunir a su antigua banda junto a su amigo Pablo (Matías Castelli), el cantante, para editar el disco abandonado en la mezcla hace ocho años atrás por problemas entre los integrantes. De la mano de una discográfica, comienzan a conseguir fechas y reflotar la idea de editar finalmente el disco, mientras en un conservatorio Guille conoce a Luciana (Ailín Salas), una cantante y tecladista que de a poco se hace un lugar en la vida del protagonista y de la banda.
Ralentizando y acelerando los cuadros, la película relata a partir de un estilo de edición que prioriza el poder de sentido de la imagen semiotizada: una relación de amor que anida más en la amistad y la vergüenza que en la pasión. Este tipo de relaciones ya son un sello distintivo en la obra del director, con el cual tamiza todos los vínculos de sus personajes para captar la belleza e intensidad de las miradas y los gestos en primeros planos en los que se destaca la labor de fotografía. Esta construcción estética está acompañada de un excelente guión que pone a los músicos en jaque ante las demandas de las discográficas, las disputas internas, el amor, la amistad, la posibilidad del éxito y las preguntas sobre el valor de la producción musical y la perdurabilidad de las canciones en una industria en la que la novedad del momento es la premisa central de los gurúes del marketing.
En base a flashbacks, el opus de Acuña va creando una historia que se relata de a poco desde discretas gesticulaciones de personajes que cargan con un gran pesar y dicen más con sus silencios que en sus discursos, en función de una vida interior muy rica. Así el realizador propone una imposibilidad de articulación expresiva a partir del lenguaje, pero narrando a su vez la construcción lenta y progresiva de formas alternativas de expresión que finalmente se convierten en la única posibilidad de comunicación.
Con música original del disco homónimo editado en 2013, la banda uruguaya de rock alternativo La Foca musicaliza la película ofreciendo un matiz pop a La Vida de Alguien, dejando en claro de esta manera que la música no es solo un acompañamiento o una forma de dirigir los sentimientos sino un pilar fundamental de la construcción de sentido en el cine del director. Nuevamente Ezequiel Acuña vuelca así todo su talento para crear hermosas historias mínimas que logran seducir a partir de cálidos personajes con anhelos artísticos y siempre en pos de un ancla en un mundo dominado por el ansia de lucro.