Documental de Natalia Labaké sobre los años menemistas
Documental de montaje que muestra el ascenso político del patriarca de la familia, mientras las mujeres funcionan como el decorado perfecto de una escenografía kistch.
La vida dormida (2020), documental de Natalia Labaké que tuvo su estreno mundial en la sección Luminous del International Documentary Filmfestival Amsterdam (IDFA), es una obra construida a partir de imágenes caseras, algunas registradas durante finales de los años 80 y principio de los 90, y otras cercanas a la actualidad, que dialogan entre sí para ejercer una mirada crítica sobre el patriarcado político y el rol de la mujer.
Siguiendo la línea estética de obras como El silencio es un cuerpo que cae (2018), Silvia (2019) o Esquirlas (2020) de ahondar en el pasado familiar a través de las imágenes que sus propios integrantes capturaron para desde lo personal interpelar lo colectivo, Labaké, a diferencia de los anteriores trabajos, no funciona como una protagonista presente, sino que deja que sea el propio registro audiovisual, a través de un hábil montaje alternado, el que provoque la interpelación y genere las preguntas.
Juan Gabriel Labaké, padre de la realizadora, es un abogado, nacido en Córdoba, pero radicado en Buenos Aires, que tuvo como clientes a Isabel Martínez de Perón y a Zulema Yoma, ex esposa de Carlos Menem a quien asesoró y con quien compartió boleta electoral. Está casado con Haydee, también militante peronista, que registró con su cámara, a modo de recuerdo familiar, y sin proponérselo, el ascenso de su marido y una época signada por la pizza y el champán. Años más tarde Natalia, nieta del matrimonio, es la que filma, no a su abuelo, sino a las mujeres de la familia, centrando su mirada en su hermana Agustina y su tía Bibiana, una con trastornos de ansiedad, y la otra internada en un geriátrico, actrices, cómo Haydee, muy de reparto en los videos familiares de antaño y protagonistas en la nueva historia.
Pasado y presente se interpelan en este documental donde las imágenes se cruzan, chocan y confluyen para mostrar a través de las mujeres de esta familia, por lo general fuera del campo visual, por un lado, la visión machista y patriarcal de la clase política, en donde éstas funcionan como acompañantes y no como figuras centrales, mientras que por otro funciona como testigo de una época, dorada para algunos pocos, y obscura para muchos otros.