Historiador y cineasta, el talentoso Ezequiel Yanco unió por primera vez sus dos intereses, en su segundo largometraje. En Pueblo Nación Ranquel, en San Luis se encontró con un verdadero experimento social. Una restitución de tierras a los pueblos originarios, en una suerte de carpas de cemento, 24 en total, un campamento moderno donde se mudaron los ranqueles de las ciudades vecinas. El film explora las conexiones con el pasado, las consecuencias de la Guerra del Desierto, con la expropiación de tierras, el exterminio y la reducción a una esclavitud. Pero ahora esa comunidad está atravesada por la enseñanza del inglés y no su lengua nativa, las motos, la cumbia, you tube, celulares pero también los ritos ancestrales. El realizador conmueve con su elección, un mundo de niños, relatado por ellos, la caza como rito de crecimiento, los sueños y pesadillas, deseos y saberes antiguos. Perros y niños, algún vestigio de la presencia de adultos, para la fantasía y la realidad. La cámara los registra en su fantástica naturalidad, en sus gestos, en sus mundo privados.