EL LADO OSCURO DEL AMERICAN WAY OF LIFE
A fines del siglo pasado y en menos de un año se estrenaron dos películas periféricas al maistream hollywoodense: Happiness (1998) de Todd Solondz y Las vírgenes suicidas (1999), opera prima de Sofia Coppola. Ambas bucearon en las zonas prohibidas de familias con traumas, complejos, pasados o presentes oscuros, personajes políticamente incorrectos, trances psíquicos y toda una serie de problemas que no suelen aparecer en la rutina adocenada de un cine que solo, y solo eso, piensa en la taquilla. Hasta que Belleza americana de Sam Mendes vino a legitimar a este cine no destinado a mentes bienpensantes. Por eso, La vida en tiempos difíciles, concebida por un auténtico “nerd” de aquel cine periférico, es un film sobreviviente de la temática “familia disfuncional” donde las perversiones y complejidades de un grupo de personajes se presentan sin filtro alguno. Solondz vuelve a escarbar en el clan de Happiness en esta no declarada continuación de aquella. Son los mismos personajes pero otros actores encarnan a las tres hermanas protagonistas, a los hijos de una de ellas, al padre pedófilo que se encuentra en la cárcel y a otros secundarios observados por la discreta y feroz mirada del misántropo cineasta. Dos de las hermanas siguen disconformes con sus vidas, en cambio, la esposa del pederasta encarcelado, está dispuesta a reencauzar la suya, ahora a plenitud sexual con un señor obeso y de origen judío, que tiene un hijo bastante tonto, un fiel representante de la fauna “nerd” tan afín al director. Pero el marido cumple la condena y la libertad está a la vuelta de la esquina.
Solondz propone el lema “perdonar y olvidar”, a través de diálogos que conjugan similares dosis de acidez, cinismo y crueldad en medio de situaciones que bordean la caricatura. Una de las hermanas, por ejemplo, tiene un pretendiente con facha de “freak” que personificado por Pee Wee Hermann adquiere el “physique du rol” exacto. Se hablará de pedofilia como un tema cotidiano y hasta la feliz esposa, luego de un más que satisfactorio orgasmo, rechazará la vida familiar, a sus hijos y a su rol de madre.
Así es la mirada de Solondz, contundente y sin vueltas. Probablemente no sorprenda como hace una década y su corta filmografía ya haya sido superada por los horrores del mundo real. Tampoco La vida en tiempos difíciles necesita provocar como sucedía en Happiness con aquel charquito de semen filmado en plano detalle. Aun así, el cine de este “nerd”, al se puede imaginar acosado y humillado en su infancia y adolescencia, resulta incómodo de ver. Y acaso por ese motivo es que se dedica a hacer películas, o simplemente para decirnos que el mundo es una auténtica mierda.