Dos generaciones de familias unidas por la tragedia, y cómo más allá del entendimiento de ésa fragilidad, la búsqueda del ser humano sigue siendo el amor que puede coincidir en la existencia de nuestros progenitores. Un relato un tanto antojadizo –a menos que se piense en que la autenticidad del pasado no pueda sino llevarnos de nuevo al germen de ese sentimiento tan puro.
En el comienzo cuenta con actuaciones de medio pelo de Oscar Issac, Olivia Wilde o Annette Bening que desarrollan unos de los cinco capítulos que arman la película, pero que más tiene que ver en una fallida estructura de los primeros diálogos donde se abusa de la información, como también del ritmo o los pulsos dramáticos (beats) que retrasan lo importante.
Sin embargo, a partir de la segunda historia todo mejora considerablemente. El guión se arma de una manera coherente y juega con diferentes enfoques del relato, como los que alguna vez nos regaló la maravillosa película de Tim Burton “El gran pez”, algo así como que la vida es como la contamos, importa poco cómo sucedió.
Los diálogos parecen escritos por otra persona y aunque algunos pueden parecer un poco golpe bajo, están sustentados por enormes actuaciones, como un desafiante monólogo de Antonio Banderas quien demuestra que los años en esta profesión no son en vano; y que se complementa con la talentosa actriz –también española- Laia Costa, la de la famosa película alemana “Victoria”.
La película tiene una intervención de Samuel L Jackson.
Si te interesa este tipo de estructura en las películas, te recomiendo CRASH del años 2005 que dirigió Paul Haggis y que fuera ganadora del Óscar a mejor película y que trata de las tensiones raciales que involucran a varios residentes de Los Ángeles. Otra es Magnolia de Paul Thomas Anderson, quien ganó el Oso de Oro en Berlín en el año 2000. La última y menos conocida es “Short Cuts” de 1993 de Robert Altman.
(Calificación 7/10)