Cuando el protagonista es un observador.
Metáfora de cómo transcurrimos en el presente. Nada es casual. Vidas que se cruzan, historias que se repiten, la influencia de los antepasados y sus consecuencias, que abarcan un amplio espectro de emociones y sucesos. Gente simple, aunque diferente, quienes como común denominador deberán atravesar por situaciones muy difíciles.
Dan Fogelman, conocido por ser el creador de la exitosa serie This Is Us , nos entrega un drama escrito y dirigido por él. Protagonizada por Oscar Isaac, Olivia Wilde, Mandy Patinkin, Olivia Cooke, Laia Costa (protagonista de Victoria, película alemana muy recomendable), Anette Bening, Antonio Banderas y Sergio Peris-Mencheta. El film está dividido en cinco actos y comienza con Samuel L. Jackson como relator, rompiendo estructuras del lenguaje cinematográfico cuando se presenta y nos habla, y en donde nos topamos con la voz del autor y su estilo.
Se trata de una historia de amor multigeneracional, contada en cinco actos que abarca décadas y continentes, desde las calles de Nueva York hasta la campiña española, todas conectadas por un solo evento.
La vida misma nos habla sobre la actitud que tomamos en la vida ante traumas que pueden ser superados o no, desde una perspectiva profunda, de las herramientas con las que contamos de acuerdo a lo aprendido y de familias de diferente procedencia que deben lidiar con el dolor y a su vez vinculadas por las mismas emociones. La esencia del guion supone la interrelación de las experiencias humanas y su conexión con algo más extenso, junto a la idea de que la vida es impredecible y que algunas decisiones pueden cambiarla para siempre.
Fogelman le brinda a los actores la libertad necesaria para generar una singular fluidez y naturalidad, e intenta descubrir un sentido detrás del velo de la oscuridad y el cinismo para encontrar el amor, desde un punto de vista optimista y romántico, aunque sin olvidar que la vida puede ser extremadamente difícil y triste.
Existe una evidente reminiscencia a El curioso caso de Benjamin Button (2008), ya que si “eso” no hubiese ocurrido exactamente como ocurrió, cual efecto dominó, todo hubiera sido diferente, y al film Amores perros (2000), con respecto a un suceso filmado desde varias perspectivas.
Los acontecimientos pueden ser mágicos si te detienes a contemplar, sientes con más fuerza o si te tomas todo el tiempo para asimilar, concluye el mensaje del film. Es necesario dar un respiro a la mente y permitirnos reír, llorar y emocionarnos, esa es la invitación que nos propone La vida misma.