Fui a ver Extinguidas la obra de teatro de José María Muscari apenas se estrenó. Las chicas de los 80′ me inspiraban curiosidad, quería verlas contar sus anécdotas y vivencias: mujeres hermosas hablando sobre el paso del tiempo y sobre cómo tuvieron que transformarse para perdurar y seguir vigentes. Muscari, -y mi cara se ilumina- gran director de teatro, siempre me evocó a John Waters, en sus obras los personajes son outsiders que generan empatía con el espectador. Muscari crea protagonistas que encantan, por eso, mi curiosidad cinéfila se arremetió hoy a la privada de La Vida sin Brillos, documental que muestra el “entre bambalinas” de las Extinguidas.
Nicola Teté –Onix, Últimas vacaciones en familia– codirige junto a Guillermo Félix una excursión a la vida interior de esas actrices: directores que las siguen con persistencia en sus camarines, en sus casas, en sus quehaceres diarios. Estas diez mujeres (Beatriz Salomón, Mimi Pons, Luisa Albinoni, Noemí Alan, Adriana Aguirre, Naamin Timoyko, Silvia Peyrou, Pata Villanueva, Patricia Dahl y Sandra Smith) se muestran con soltura. La cámara las ama.
Es un making-of del making-of, es el coloquial “entre casa”. Teté y Fénix exploran el universo femenino de manera educada, las invaden, las muestran sin rouge, pero de manera amigable. La Vida sin Brillos empieza con una musiquita de varieté, la acción se centra en el Teatro Regina, un paneo sigiloso, fuera de foco, comienza a situar al espectador, y allí aparecen ellas y sus conversaciones: La Aguirre embromando con Nannin Timoyko, quien tímida responde “querés que cuente tus cosas”, Noemí Alan hablando sobre sus “medicamentos”, Sandra Smith explicando los dones de los productos de belleza que vende y sobre qué significa ser vendedora, Patricia Dahl trasmitiendo su amor por el tango.
Las plumas, los brillos, los escotes profundos de mujeres monumentales, son el costado superficial de la vida de estas divas maduras que hablan de lo “efímera” que puede ser la popularidad. Todas tienen “changuitas” más allá de la vida de espectáculo, son vamp de noche, despliegan su talento en la obra de Muscari, pero, cuando las luces del Vaudeville se apagan se convierten en mujeres reales. Todas tienen anécdotas interesantes que contar, desde mostrar fotos en sepia de un pasado glamoroso, hasta relatar entre lágrimas el deseo de la maternidad (Luisa Albinoni). La vida sin brillo desnuda a estas actrices generando nostalgia, el desgaste del cuerpo y la melancolía de juventud son el leitmotiv de un documental absolutamente femenino