Nada es para siempre
Un film que narra, en blanco y negro, la historia puntual de la Cinemateca Uruguaya como institución no estatizada, y el espacio, que ocupan las mismas sumado al estado, del llamado Cinearte en la actualidad.
El film tiene como protagonista a Jorge Jelinek, excelente crítico y agradable persona, que intenta componer al director de la misma. La pertenencia al medio y su pasión por el cine hace que se mueva cómodamente en algunas escenas del film, como la que se produce en la radio, con otro crítico, una reflexión muy emotiva respecto a como aborda su oficio y qué es lo que privilegia, además de un llamado solidario a la comunidad.
No obstante colocar sobre el tapete las problemáticas institucionales y cinematográficas, la escena citada y un giro radical, que hace Jorge dando unos saltitos muy graciosos, en las escalinatas de la Universidad Nacional de Montevideo, no ameritan haberle otorgado el premio al mejor actor de la competencia oficial internacional en el último BAFICI. Una muestra de un amiguismo, muy afectuoso para los amigos, pero muy irrespetuoso para el resto de los actores y muy buenos, que los hubo.
Un film tierno, inocente, que por momentos genera una impotencia, muy bien resuelta, para los que aman el cine y aquellos espacios particularmente queridos en que muchos se formaron.