¿Y el amor por el cine donde está?
Caso ficticio, la importante Cinemateca Uruguaya con sus miles de adeptos y por problemas inherentes a cuestiones técnicas y mantenimiento de equipos proyectores, deudas atrasadas de alquiler del espacio, se ve ante una prominente disminución de afiliados, cancelación de auspiciantes y un camino directo a la extinción.
Los programadores, presentadores, interiorizados, casi parte del mobiliario por años, no ven solución y tantos años de vivencias cinéfilas frente a una pantalla hoy los ve despojados, como aquel pichón que vuela del nido, pero a tardía edad, originando un comienzo o despertar de una nueva vida, la externa y social.
El actor principal (no profesional), conjuga una interpretación que involucra nostalgia y ruptura frente a los cambios abruptos. Inclusive baila por escaleras una coreografía cual un Fred Astaire limitado, vuelca sus aptitudes de oratoria al inmiscuirse en un aula y hacerse pasar por profesor.
Filmada en blanco y negro, formato 1.33:1, qué mas puede pedírsele a una producción tan pequeña y que derrama tanto amor cinéfilo a la platea; una sala de proyección, una mención a El Ciudadano y la manera de ver cine, un programa radial, una presentación frente al público, el corte de entradas, un musical…
Junto a Amateur, La Vida Util es otro de los ejemplos presentados en este festival que asumen una posición de reencontrarse con un amor perdido, quizás abandonarlo por un tiempo y reemplazarlo por otro, al menos por un pequeño lapso de tiempo.