VÉRTIGO Y SANGRE
El cine coreano de acción se encuentra a la vanguardia desde hace varios años, con puestas en escena audaces y giros inesperados que llevan a confrontaciones épicas y persecuciones a través de escenarios urbanos laberínticos. La villana, de Byung-gil Jung, explota la faceta más creativa a través de secuencias de acción que pueden ser confusas por momentos, pero en otros alcanzan un ritmo que desborda la narración misma, dando cátedra de cómo se filma una secuencia de acción vertiginosa sin perder el punto de vista (¡hola Michael Bay!).
La historia es simple y retoma la fantasía fetichista de una femme fatale como Nikita, una asesina hermosa y despiadada (la actriz coreana Ok-bin Kim) entrenada de las formas más sádicas, con una historia atravesada por el dolor y la pérdida de seres queridos, siempre sedienta de venganza. El relato ofrece numerosas vueltas que van desestabilizando las nociones que podíamos tener sobre los personajes, entregando un thriller atractivo que mantiene el suspenso hasta el final, algo que se ve reforzado por un largo segmento luminoso de melodrama que fluye con solvencia entre tanta sangre y muerte. Uno de los puntos altos del cine de acción coreano es que a pesar de sus incansables secuencias de tiroteos, enfrentamientos y persecuciones, logran incluir una sensibilidad que le da otra dimensión a la narración. No siempre los giros están ejecutados de una forma que respete el punto de vista de la protagonista, a menudo los cambios de perspectiva que podemos tener sobre los personajes resultan forzados por los intereses del guión en dosificar la información para generar suspenso, un elemento que resulta desprolijo a pesar de las muchas virtudes de La villana.
No es la originalidad -que además del cine de acción oriental, también tiene influencias de animés como Kite– el punto fuerte de este film, pero el ritmo vertiginoso y la oscuridad que se mantiene hasta el desenlace la hacen un gran exponente de acción. Las virtudes visuales del film se adivinan desde la introducción, donde la cámara subjetiva avanza frenéticamente asemejándose a un videojuego en primera persona (o FPS) en largas secuencias que logran mantener continuidad y coherencia cuando pasan a una tercera persona y visualizamos a la protagonista luchando desesperadamente por su vida. Una persecución incansable en un túnel a más de cien kilómetros por hora está entre las mejores secuencias, no sólo del film, sino del cine de acción contemporáneo.
Vertiginoso e incansable, La villana ofrece dentro de la fórmula de acción una experiencia intensa cuyos elementos dramáticos son apenas una pequeña calma antes de la tormenta de acción que predomina durante todo el metraje. Más allá de un guión que contiene irregularidades para sostener el suspenso, se trata de un film indispensable para los amantes de la acción.