El cine de acción surcoreano viene creciendo en popularidad desde hace ya unos años. Con propuestas como “The Raid” en 2011 o la reciente “Train to Busan” en 2016, así como los clásicos de sangrienta venganza que el público cinéfilo ha sabido cosechar de Corea del Sur en las últimas décadas, se llegó a un punto en que leer el país de origen genera una expectativa particular para los films de este género.
“La Villana” es la segunda película del director Byung-gil Jung, una historia de venganza y la reconstrucción de una vida tras perderlo todo… tan sólo para correr el riesgo de sufrir el mismo destino una vez más. Protagonizada por Ok-bin Kim, conocida por el protagónico femenino en “Thirst” del director de “Oldboy” y “The Handmaiden”, es una cinta de acción protagonizada por una brutal asesina. Su protagonista no solo tendrá el reto de las exigentes e impresionantes escenas de acción, sino también la oportunidad de desarrollar un trágico personaje de una forma tan efectiva como natural que sus contrapartes Hollywoodenses casi nunca logran igualar.
Se trata de un film irregular, no tanto en su calidad, sino por el balance de géneros que propone. Es sin dudas un riesgo, uno que termina más que valiendo la pena aunque sea por sus excelentes secuencias de acción, llegando a parecer interminables en duración y fascinantes en su ejecución.
Es un placer tener mercados de cine como el surcoreano donde se encuentran tamañas producciones para equiparar el nivel de calidad de las mejores de Hollywood, mientras que no tienen ninguna obligación a seguir una fórmula o conjunto de reglas para maximizar las ganancias al estudio de turno. No caben dudas de que si este guion hubiese sido producido en un mercado como el estadounidense, no hay forma de que no hubiesen partes alteradas… por no decir completamente eliminadas, seguramente pensada como una locura el simplemente considerarlas antes de verlas finalizadas en la pantalla.
Para evitar todo tipo de spoilers, solo diremos que por más que la trama propiamente dicha siga una lógica natural del género, obtiene una personalidad muy particular debido al juego de géneros que propone. Un delicado balance del que sale victoriosa, y digna de celebración, gracias a la capacidad de su director por mantener un tono dinámico pero conciso durante todo el film.
Acción imperdible, complementada con un valorable ejercicio por parte del montaje y la dirección, así como un atrapante drama y thriller que se aseguran mantener a la audiencia atrapada mientras trata de procesar todo lo que se le revolea por la cabeza.