Olvídese de las películas de acción que nos mandan de Hollywood, olvídese de los tanques. Aquí tiene lo mejor del género en un melodrama protagonizado por una mujer asesina a la que obligan a entrar al servicio del Estado por diez años para ganar su libertad, pero a la que se le cruzan viejas deudas y necesidad de venganza. La historia es tremenda, pero lo que aquí es increíble son las secuencias de acción, años luz por delante -en audacia, creatividad y claridad- de lo que el cine mainstream se anima a hacer. Hay peleas con espadas, dagas y patadas narradas en cámara subjetiva, hay un duelo de espadas con motos a altísima velocidad que resulta increíble. Hay una intensidad absoluta que está muy por encima de lo que el cine es capaz de ofrecernos hoy. Sí, es una película divertida, pero también es una historia tensa sobre un personaje conmovedor que tanto recuerda a La Novia de Kill Bill como al Samurai de Alain Delon. Referencias aparte, la película realmente quiere, mediante la acción, introducirnos a lo que sucede en el personaje principal. No la deje pasar, merece la pantalla grande, lo más grande posible.