La Villana: La Venganza será terrible.
El cine surcoreano de género se encuentra en auge y en esta ocasión vuelve a presentar una de sus temáticas favoritas: la venganza.
Con el éxito que tuvo Train To Busan (2016), volvió a ponerse en boca de todos la cinematografía surcoreana. Es así que hemos podido disfrutar de varios films oriundos del país asiático, en especial películas de género (terror, suspenso, acción), cuya inventiva y frescura pasa por la forma en que son presentadas, narradas y confeccionadas. Estos largometrajes ponen énfasis en la realización técnica y en la innovación por medio de la forma de ser contadas más que sus historias en sí.
La Villana (Ak-Nyeo) de Jung Byung-Gil (Confession of Murder, 2012) nos cuenta los acontecimientos que rodean a Sook-Hee (Kim Ok-bin), una mujer que desde su más temprana edad ha sido entrenada para convertirse en una asesina sin piedad. Cuando Madame Kwon, la jefa del servicio de información de Corea del Sur, la recluta como agente durmiente, le ofrece una segunda oportunidad. “Danos diez años de tu vida y tendrás tu libertad”. Su nueva identidad es Chae Yeon-Soo, una actriz de teatro de 27 años. Con la promesa de una libertad completa a cambio de servir a su país durante diez años, Sook-Hee emprende una nueva vida. Para esta mujer que ha vivido como asesina, llevar una existencia normal no resulta una tarea sencilla. Pero cuando dos hombres entran en su vida, los secretos de su pasado serán desvelados.
El cine oriental hace años que viene compitiéndole a Hollywood en materia de películas clásicas de género, logrando mantener el interés del público mediante relatos bien desarrollados y un impecable desarrollo técnico. Además, estructuralmente suelen tener algunos recursos atractivos que no son tan utilizados en el cine norteamericano. Como bien se puede apreciar en el argumento, la historia no implica nada que no hayamos visto o escuchado previamente: Una mujer en busca de venganza. Lo atractivo de la propuesta se relaciona con las excelsas coreografías mezcladas con artes marciales y un estupendo manejo de cámara producto de una gran destreza de Byung-Gil combinado con un profundo conocimiento del lenguaje audiovisual.
La Villana arranca con todo en una escena que planteará el futuro desarrollo de la narrativa del film. En un plano secuencia que arranca en un pasillo, que parece ser un pequeño homenaje a Oldboy, se nos presenta el punto de vista subjetivo de la protagonista que comienza a atacar a cuanta persona se le cruce en su camino, con una dinámica muy parecida a lo que vimos en Hardcore Henry (2015).
Jung aumentará la apuesta con una escena más frenética y enérgica que la otra y subiendo la vara a medida que avanza el metraje. Su gusto por las tomas largas hacen que la película cuente con cierto atractivo extra debido a la constante apreciación de los movimientos y el ritmo hiperquinético que se le imprime tanto a los personajes como a sus coreografías.
La ambición del director hace que seamos testigos de secuencias que parecen imposibles desde el punto de vista técnico.
En lo que respecta al guion y a la estructura narrativa, podemos decir que comenzaremos sin saber nada de la protagonista y a medida que se desarrolla la historia se nos irá presentando información a cuentagotas con el objetivo de seguir manteniendo el suspenso y la intriga que nos llevará a querer seguir viendo. Quizás por momentos la trama se torne medio confusa y enrevesada por la enorme cantidad de flashbacks que nos hacen ir y venir en el tiempo, sin embargo, no podemos decir que está mal estructurada. Por el contrario, se nota el sumo cuidado que el realizador dedico a la confección del film.
La película logra salir adelante por su magnetismo visualmente impresionante, por las buenas actuaciones que ofrecen sus actores y por la peculiar mixtura de componentes del relato. Lo que comienza siendo como una película de acción, dará paso a una especie de comedia romántica para luego volver al ámbito frenético de las artes marciales y las persecuciones.
La Villana es un potente y vertiginoso viaje a través de las convenciones asiáticas sobre la venganza. Un coctel explosivo excelentemente dirigido y realizado. Un film de género hecho y derecho que merece la atención de occidente, para ser testigos del buen momento que atraviesa el cine coreano.