Brutalidad honesta
Un escritor que está a punto de ser padre de un hijo no deseado recuerda su traumática preadolescencia (cuando tenía 13 años) en el seno de un clan familiar (padre y tíos varios) dominado por seres patéticos, alcohólicos, brutos, vulgares y abusivos, pero al mismo tiempo con un fuerte sentido de lealtad y pertenencia.
Algo así como una versión flamenca de una película de Emir Kusturica, este tragicómica historia del treintañero Van Groeningen que tuvo su estreno (y fue premiada) en la sección Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2010 combina competencias de ciclistas desnudos y de bebedores de cerveza, desventuras escolares, un homenaje a Roy Orbison, vómitos, palizas y misoginia para una mezcla muy espesa, pero que asume muchos riesgos y tiene no pocos hallazgos en su búsqueda de un humor negro sin límites ni prejuicios.
Una película definitivamente "guarra", desquiciada, pero finalmente honesta y querible que proviene de una de las cinematografías más libres y estimulantes de los útlimos tiempos: la belga.