Isabelle Huppert y Chloë Grace Moretz son, probablemente, dos de las actrices más representativas de sus generaciones. Una ya consagrada y la otra con una ascendente carrera, la francesa y la jovencita estadounidense son el principal atractivo de este fallido thriller centrado en una mujer obsesionada con la camarera de un restaurante.
Huppert interpreta a la Greta del título original, una mujer solitaria que, de manera aparentemente accidental, olvida su cartera en un tren. Frances (Grace Moretz), que llegó a la ciudad luego de haber perdido a su madre, encuentra ese objeto y no tiene mejor idea que ir a devolvérselo hasta su casa. A partir de ese encuentro empiezan a tejer una relación que irá de la amistad y la complicidad a la locura.
Neil Jordan tuvo su momento de fama a fines de los '80 y principios de los '90, cuando dirigió, entre otras, Mona Lisa, Entrevista con el vampiro, El juego de las lágrimas y El precio de la libertad (Michael Collins). Es imposible no ver las huellas de aquella época en el intento de apoyarse en una protagonista femenina con una fijación patológica por su partenaire.
La viuda tiene sus mejores momentos en la primera mitad, cuando la trama avanza con sorpresiva velocidad y las actrices lucen ajustadas a sus roles. Huppert está impecable con su impronta gélida y distanciada, mientras que Grace Moretz acierta dotando a su personaje de una fragilidad intrínseca.
El problema es que, una vez desatada la obsesión, la película no parece saber muy bien hacía donde correr, y lo que hasta ese momento era velocidad muta en una mera acumulación de situaciones carentes de toda lógica. Poco queda del juego psicológico del inicio en la última media hora, cuando Greta convierta a La viuda en una suerte de Misery, pero sin su cuota enfermiza ni mucho menos de placer por el sadismo.