Los primeros noventa, los años de El juego de las lágrimas y Entrevista con el vampiro, fueron los de mayor gloria y reconocimiento del irlandés Neil Jordan. En estos tiempos ya no juega en esas ligas, pero una película comoLa viuda nos recuerda el valor de la experiencia, de cierta eficacia, del viejo sentido del oficio del narrador versátil.
Este thriller sobre psicópata y víctima tiene conexiones con Mujer soltera busca y El silencio de los inocentes (con una cita casi jocosa), y con otro estreno de este año, Ma.
La viuda es Greta y la interpreta Isabelle Huppert, capaz de jugar a alturas difíciles de alcanzar para la mayoría de las otras actrices. Huppert usa sus múltiples habilidades y les suma elementos de algunos de sus tantos roles anteriores (notablemente el de Elle y el de La profesora de piano) y construye de manera certeramente monstruosa a su personaje, que esconde y se esconde, agazapado, detrás de una máscara de fragilidad. No hay transformación, hay disfraz; eso lo saben las grandes actrices, y Huppert es una de ellas.
La viuda acierta en términos de verosimilitud en su planteo inicial: no hay vueltas, no hay "pequeños indicios", hay decisiones lógicas. Luego, al tensionar la violencia y el suspenso, avanza con prestancia y sobre el final acumula unas cuantas torpezas, de esas que solían estar presentes en los thrillers de los noventa, esos que hoy en día hasta extrañamos un poco.