La mano que mece el baúl.
Neil Jordan, responsable de films como Entrevista con el Vampiro y El juego de las lágrimas, regresa a la dirección con un thriller de suspenso que nunca deja de ser entretenido, pero que en su ejecución cae en una serie de lugares comunes con los que pierde atractivo y originalidad. Sosteniéndose únicamente sobre la actuación de la siempre magistral Isabelle Huppert, La viuda apela a ella para sostener una historia que se esfuerza demasiado en lograr lo contrario.
El film de Jordan retrata el encuentro y relación entre Frances (Chloë Grace Moretz), una joven que hace pocos meses vive en New York y que decide devolver a su dueña el bolso que encontró olvidado en un vagón de subte, y Greta (Huppert), una triste y solitaria mujer que perdió hace años a su marido y que extraña a su hija que vive en Francia. En poco tiempo, ambos personajes forjan un fuerte vínculo, nacido del hecho de que Frances intenta sobrellevar la muerte de su madre y Greta en cierta forma llega para llenar ese vacío en su vida. Así, la ausencia de amor familiar en la vida de ambas mujeres se suple con la compañía y el entendimiento que hay entre ellas.
Y si bien los encuentros entre las protagonistas, que van desde ir a la iglesia, adoptar un perro o cenar juntas, poseen ciertos comportamientos de Greta que generan señales de extrañeza, la tensión entre ellas no aparece hasta que Frances encuentra una variedad de bolsos exactamente iguales y con nombres de otras chicas. Allí es donde el film pasa a convertirse en una acosadora persecución con una intensa Greta que hará lo imposible para recuperar a su reemplazo de hija; y así es también como comienzan a darse una serie de momentos con intenciones inquietantes que resultan entre ridículos y clichés.
El director desarrolla la historia con una estructura acumulativa de situaciones que terminan deviniendo en el secuestro de Frances, quien se ve conviviendo con su desequilibrada figura materna, encerrada en un cuarto secreto y en ocasiones obligada a dormir dentro de un baúl con candado. Son dichas situaciones y la búsqueda del film la que la perfilan como una propuesta que hoy en día se siente antigua y desgastada. Una fórmula que remite a otros films similares como Atracción fatal o La mano que mece la cuna. La idea de la mujer obsesiva que representa un peligro para otros era algo que funcionaba hace 25 o 30 años atrás, y que hoy resulta poco original y de más anticuada.