UN THRILLER PSICOLÓGICO FALLIDO
El director irlandés Neil Jordan supo alcanzar la cima en los 90’s con productos de género de terror en estilo vampírico, como la adaptación del libro de Anne Rice, Entrevista con el vampiro (1994) -aunque ya venía años atrás con galardones en festivales de fantasía/horror con su En compañía de lobos (1984)-, y a la vez tener el mismo éxito por aquel entonces con el drama poco convencional para la época: un verdadero tanque como El juego de las lágrimas (1992) y la obsesión de un hombre por una mujer trans que guardaba tal secreto de su condición.
La carrera de Jordan continúo con éxito pero sin tanta popularidad -que sin embargo sí consiguió por segunda vez, pero en el mercado de la pantalla chica, con su inmaculada Los Borgia– más bien estilizándose a un cine de autor que marcaría fanáticos fieles a su filmografía y detractores que no comulgan con la fascinación del director por saltar entre géneros, entremezclarlos a su (y con) suerte pero manteniendo ese sello autoral típico que tanto lo caracteriza. Ya su anteúltima producción, sin mencionar la presente, había sido su segundo y exquisito drama vampírico Byzantium (2012), que pasó sin el reconocimiento merecido. Pero ahora nos ocupa Greta, o La viuda siguiendo el título que se le dio en Argentina.
Lo cierto que La viuda, una suerte de thriller psicológico que homenajea aquella forma narrativa popularizada en los 90’s y recuerda a Mujer soltera busca (1992) y por qué no Atracción fatal (1987), con protagónicos femeninos de armas a tomar, queda -para la actualidad- tan añejo como disfuncional si no se lo condimenta con los elementos necesarios para adaptarlo al rol de la mujer presente y los cánones que ahora demanda el género. Y aquí residió el error de Jordan, que parece a cada momento dar manotazos de ahogado en una pieza que hace aguas a lo largo de su narración con una falta de modernización estilística que sabía dominar tiempo atrás.
En La viuda se cuenta cómo la joven y dulce camarera Francis (Chloe Grace Moretz) encuentra una elegante cartera abandonada en un asiento de subte. Así que como buena samaritana decide entregarla en mano de una aparentemente inofensiva señora viuda llamada Greta, interpretada por la siempre magistral Isabelle Huppert. Por soledad y condescendencia la sensible Francis, que perdió hace un tiempo a su madre, entablará una relación de amistad con esta excéntrica adulta que se muestra muy vulnerable. Pero poco a poco el velo comenzará a caer y a mostrar las verdaderas pretensiones absorbentes de Greta, algo que recuerda a las historias de los hermanos Grimm que juega con los opuestos de bondad y maldad. Tanto que hasta la casa incrustada al estilo de la del viejito de la animada Up!, donde habita Greta, es incongruente para el monumental Nueva York de rascacielos. Pero allí está esa pequeña edificación que invita a inocentes samaritanos a conocer un pequeño infierno desapercibido como Greta en la vorágine de la ciudad cosmopolita.
La revelación del misterio que llega pronto tampoco ayuda a sostener los puntos críticos del guión o también se presentan situaciones inverosímiles o ridículas como la persecución a la amiga de Francis por parte de la “limitada” Greta. Y hasta el incómodo acechamiento de la señora dentro del lugar de trabajo de Francis. Sólo provocan vergüenza ajena y un sentimiento atónito de ver a una Huppert tan irreal y poco convincente en su papel, algo que contrarresta a su experimentada carrera junto a un personaje pobrísimo para la también talentosa Moretz. Entonces estamos ante lo que puede considerarse como unos de los peores papeles de estas estrellas en sus carreras. Tan pobre como el producto en sí mismo, lo más flojo de su director. Es increíble estar ante la Huppert que hizo un rol descomunal y altanero en Elle, donde reunía todas las condiciones de una villana hermosamente asquerosa de más altura que en el presente film.
Pero en La viuda un Jordan más perezoso prefiere caer en lugares comunes del género de la chica confiada que no sospecha nada y que accede a los pedidos de hostigamiento frecuente de la refinada señora, hasta con el típico investigador torpe y justiciero -su siempre leal Stephen Rea- que es incapaz de solicitar refuerzo alguno. Será esta película uno de los lanzamientos comerciales más intrascendente del año, como la falta de lucimiento de sus importantes protagonistas y una mancha crítica dentro de la filmografía de Jordan, que no supo homenajear con nivel el buen cine de suspenso con roles femeninos fuertes. Demasiado bochornoso y olvidable.