La película tiene a priori en gran atractivo de contar en la historia real de la segunda jueza de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, una mujer pionera en la lucha de igualdad de género, y la vuelta al cine de Mimi Lader (“El Pacificador” e “Impacto Profundo”) después de una larga y premiada carrera como directora en televisión. El impacto de la historia de Bader Guinsburg atraviesa toda una película que si bien tiene un recorrido convencional de biografía, y es básicamente una película con muchos detalles legales, el guión de la directora y Daniel Stiepleman (sobrino en la vida real de la protagonista), no decae. Desde el comienzo de sus estudios de Ruth hasta el momento que ella y su marido encuentran el caso perfecto, tiene un desarrollo interesante. El caso que toman es el de la discriminación de un hombre porque hace una tarea especificada en las leyes para las mujeres, cuidar a un familiar. El film comienza y termina con unas escalinatas, las que sube la joven Ruth, una de las nueve mujeres admitidas en Harvard en 1956 y luego cuando finalmente gana un caso que abrió las compuertas de la igualdad ante la ley sin importar el género. Todo en la película esta puesto correctamente para emocionar con la lucha de esta mujer singular. Primero sola, siendo la graduada más brillante nunca la tomo un estudio y se tuvo que conformar con dar clases, la enfermedad de cáncer que tuvo y supero su marido con su ayuda fundamental y finalmente la unión de este matrimonio en una verdadera cruzada. Felicity Jones y Army Hammer tienen la química perfecta como para ponerle un moño a este film que emociona legítimamente.