Hacía muchos años que la cartelera no presentaba novedades de Mimi Leder, una directora que inició su carrera dentro del género de acción a fines de los años ´90.
Sus películas más populares fueron El pacificador (1997) con George Clooney, Impacto Profundo (1998) donde incursionó en el cine catástrofe y Cadenas de favores (2001), aquel dramón con Haley Joel Osment que hizo llorar a muchos espectadores.
Su última producción para el cine, que no pasó por la cartelera argentina, había sido The Code (2009), una película de acción olvidable con Morgan Freeman, y desde entonces no hubo más novedades de ella porque enfocó su carrera en la televisión.
La nueva obra de la directora narra la biografía de la famosa abogada norteamericana Ruth Bader Ginsburg, quien se convirtió en un ícono feminista en ese país por todo su trabajo relacionado con la lucha por la igualdad legal entre hombres y mujeres.
Su cruzada contra el sexismo y los casos que ganó relacionados con estos temas eventualmente la llevaron a convertirse en una jueza de la Superma Corte de Justicia de los Estados Unidos.
Aunque Ginsburg es una figura popular tardaron 30 años en hacer llevar su historia al cine porque hasta no hace mucho tiempo no era muy redituable desde lo comercial hacer películas sobre las causas feministas y las desigualdades de género.
Hoy con este tema tan presente en la sociedad y los medios de comunicación era inevitable que la biografía de la célebre abogada cobrara vida en el cine y la directora Leder cumple en brindar una biografía decente.
Felicity Jones ofrece una buena labor en el rol principal y cada tanto tiene algún momento destacado con Armie Hammer.
La directora supo aprovechar de manera acertada la buena química que tienen los artistas, pero eso no pudo impedir que su trabajo se sienta como una película de televisión que ofrece la clásica biografía de manual hollywoodense.
La temática que se aborda es interesante, sin embargo el relato de Leder como propuesta dramática no deja de ser otra típica producción genérica sobre litigios judiciales que abundan en los canales de cable.
Por la relevancia que tiene la jueza Ginsburg en la cultura norteamericana tal vez se podría haber hecho algo un poco más ambicioso.
La voz de la igualdad tiene la buena intención de transmitir una historia inspiradora con buenos valores, el problema es que lo hace a través de una propuesta de ficción que nadie recordará la semana que viene cuando la cartelera renueve sus estrenos.