Acá hay algo rarísimo. Pero raro de verdad. Es la biografía de Céline Dion pero con otro nombre. No es lo raro (hay tantas películas así...). La directora y la actriz protagónica son la misma persona (tampoco es lo raro). Lo raro es que Lemercier, gran comediante, hace al personaje a toda edad gracias a efectos especiales que ranquean de lo adecuado a lo perturbador (sobre todo con la Aline preadolescente). Pero también pasa otra cosa: se trata de una película construida alrededor de los luagres comunes del melodrama subgénero “vida de artista”, especialmente cuando está llena de momentos tensos (la enfermedad, la falta de voz, la muerte, la caída, el regreso, etc.) sin caer en la sospecha de un “segundo grado” o sátira. Es decir, todas estas rarezas, desde las visuales hasta las narrativas, se toman en serio y eso es lo más extraño porque esa sinceridad hace que la película funcione y no sea difícil secarse las lágrimas.