TIERRA Y PANFLETO
El documental de Juan Pablo Lepore plantea el problema de la tierra como base para los grandes conflictos que atraviesa la humanidad, desde su distribución igualitaria y el derecho a la propiedad hasta el calentamiento global; desde la desocupación y los métodos de producción agrícola, pasando por la reestructuración social que permitiría el regreso de buena parte de la sociedad a la zona rural. Claro que hay buenas intenciones y bastante voluntarismo en La vuelta al campo, pero también la exposición de temas con demasiada liviandad o generalidad (como cuando se habla de la ocupación de tierras, por ejemplo), sin confrontar puntos de vista ni aportar otras miradas más allá de la que el realizador pretende reforzar y subrayar.
Mientras avanzan los minutos uno comprende que La vuelta al campo es en definitiva un panfleto antes que una película, un film para convencidos que busca sumar a la militancia por determinada causa. El cine nacional tiene antecedentes más que valiosos en materia de cine político (por allí se cita alguna película de Raymundo Gleyzer), y si bien aquellas películas podían incurrir en discursos encendidos, había un conocimiento de las herramientas cinematográficas que le aportaban una energía relacionada puramente con la acción de fondo. En el caso del film de Lepore esto no sucede, y lamentablemente naufraga en un mar de deseos y conveniencias partidarias, como en el recorte cronológico que hace de los reclamos por la tierra en el país.
En el amontonamiento de temas y propuestas que hace sin demasiada organicidad, la película de repente encuentra un punto interesante cuando exhibe el trabajo que llevan adelante los campesinos brasileños. Son esas instancias -donde se comprueba desde lo empírico- en los que el documental descubre un rumbo posible, y nos muestra que corriéndose de algunas urgencias había un tema interesante que merecía un mejor tratamiento.