NI OLVIDO NI PERDON
Este film también está inspirado en hechos reales. Es una de esas películas irreprochable en su mensaje y su intención, pero convencional, didáctica y simplista en su resolución dramática. Sin embargo, esos lunares no empañan la enorme fuerza de su tema. Estamos en Francfort, en 1958. Un joven fiscal, ingenuo y principista, se entera que un asesino de de Auschwitz es maestro de primaria. Y desde allí empieza a tirar del hilo. La ida es llevar la cárcel los responsables de aquellos horrores. En su marcha ira encontrando rechazos y negaciones. La gente no quiere conocer la verdad. Pero el fiscal sigue adelante. Tiene como respaldo al fiscal general y como aliado a un periodista. Todo le cuesta al principio, pero de a poco, tras superar desilusiones y contratiempos, el telón del horror se va corriendo. El juicio fue cinco años después y una docena de asesinos de Auschwitz fueron enjuiciados y condenados. Paralelamente el film cuenta una historia romántica que siempre queda eclipsada por el tema central. Porque es siempre ese pasado tan sórdido y escamoteado lo que va definiendo personalidades y proyectos. Lo que nos dice Ricciarelli es que mientras el fiscal va descubriendo quiénes eran los asesinos, también se topando con algo menos deseado e igualmente doloroso: la negación de una sociedad que sin querer terminó encubriendo ese horror. Más allá de algunas limitaciones y algunos recursos melodramáticos que poco aportan, la historia vale.