Laberinto de Mentiras empieza en un mundo que nos parece inverosímil, imposible y demente… En Alemania, en 1958, mucha gente ignora lo que pasó en Auschwitz y en los demas campos de concentración, al punto que los llaman “Campos de Protección Custodiada”.
Los judíos que han sobrevivido al Holocausto, no hablan por temor, por verguenza o por estar traumados, y desde las más altas esferas del poder político, quieren que eso quede así, no quieren que la mayoría de la gente cuestione el rol individual de las personas dentro del ejército alemán durante la guerra. Como dice un fiscal “Quieres que todos los niños alemanes se cuestionen si sus padres son asesinos?”. Y ahí esta el tema de la película.
Lo que paso en Alemania en la segunda guerra mundial no fue algo que involucro a los 150 enjuiciados en Nuremberg, no fueron un grupo de locos solamente. Hubo complicidad de miles de personas, que ya sea por omisión, miedo, o simple conveniencia participaron de las atrocidades que se cometieron.
A través de los ojos de un fiscal novato, como metáfora a la generación mas joven de Alemania, se va revelando la historia oculta de los campos de concentración, la verdad oculta, el secreto a voces que la mayoría se negaba a blanquear, porque en la segunda guerra mundial, era imposible trabajar sin ser miembro del partido Nazi, y además, era imposible que 150 personas mataran a 6 millones de judíos.
Esta es la historia de la primera vez que Alemania juzgo a alemanes sobre las atrocidades que se cometieron, la primera vez que Alemania se atrevió a reconocer su pasado, y el inicio para sanar las heridas internas que estaban ocultas debajo de la civilizada paz que los buenos modales imponen.
Con una cuidada reproducción de época, y actuaciones sólidas, cuando termina la película tenemos la sensación de haber presenciado algo importante, que no debería repetirse, y que todos tendríamos que saber, porque en definitiva, “lo único que hace falta para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada”.