Para atrapar a la gorda
Del director y el actor de Quiero matar a mi jefe, de la gran (en todo sentido) Melissa McCarthy (Damas en guerra) y del guionista de las dos últimas entregas de ¿Qué pasó ayer? se esperaba bastante más que esta discreta, mecánica, brutal, despiadada y sádica comedia negra. Me cuesta entender el enorme éxito comercial que tuvo (135 millones de dólares sólo en los cines norteamericanos) porque se trata de un subproducto que genera más vergüenza ajena e irritación que disfrute, incluso en plan “placer culpable”.
¿Qué vemos en este nuevo film de Seth Gordon? A Sandy Bigelow Patterson (el insulso Jason Bateman), un experto en finanzas y dedicado padre de familia (su esposa, una desaprovechada Amanda Peet, está embarazada) que -en medio de un importante cambio laboral- sufre el “robo de identidad” al que alude el título. En efecto, la obesa Diana (Melissa McCarthy) aprovecha su nombre “unisex” y duplica sus tarjetas de crédito para dar rienda suelta a su consumismo voraz. El mundo atildado, previsible, conservador del protagonista se derrumba y -presionado por la policía- no tendrá más que ir a cazar “a la gorda”. Lo de las comillas no es gratuito. Aquí se trata de ver cómo un buen tipo intenta atrapar a un ser despreciable como el que encarna McCarthy (cien veces mejor comediante que Bateman).
El film nos obliga a odiar a Diana y a empatizar con Sandy y esa manipulación ya es una operación bastante poco eficaz (y no lo digo desde la mirada horrorizada de la corrección política). Lo que sigue es una mediocre sucesión de enredos en el terreno de la road-movie (ambos deberán unir fuerzas para escapar de mafiosos varios que siguen sus pasos) y el desenlace -que no adelantaremos- resulta a todas luces concesivo, demagógico y tranquilizador, de esos que terminan mordiéndose la cola.
Las comedias de estafador@s nos han regalado grandes momentos de disfrute cinéfilo durante de décadas. Ladrona de identidades nos da, apenas, algunos flashes del talento impar de McCarthy. Esperemos que en próximos protagónicos pueda demostrar su ductilidad en mejores contextos que este.