Estafa sin gracia
Los conflictos surgidos de las parejas de opuestos siempre resultaron atractivos para explotar y rentables para muchas producciones cinematográficas. En Ladrona de identidades se juega al máximo con las contrastantes personalidades de la dupla protagónica. Sandy (Jason Bateman, el actor de Quiero matar a mi jefe) es un hombre de negocios que tiene un buen futuro y una familia que lo apoya, pero su vida cambia cuando Diana (Melissa McCarthy, la intérprete de Damas en Guerra), que vive en la otra punta de los Estados Unidos, toma su identidad, utiliza su tarjeta de crédito y le hace sus días realmente imposibles.
Con este marco, la comedia tiene un comienzo atrapante que promete humor y enredos, pero la historia se va haciendo previsible con el correr de los minutos, poco graciosa y vira hacia el lado sentimental en su último tramo. Aprovechando el nombre ambiguo de Sandy, Diana no tiene frenos y se da la gran vida en Miami. Nada parece alcanzarle, desde un buen peinado hasta ostentosos vestuarios. Hasta que el verdadero Sandy dice basta y emprende una travesía para atraparla y ponerla al descubierto.
La película de Seth Gordon, realizador que acredita en su carrera títulos como Navidad sin los suegros y Quiero matar a mi jefe, focaliza en el tema de la soledad y cómo ésta arrastra a la protagonista (de peso pesado en el rubro) hacia la estafa y la desesperación. Si bien no resulta graciosa, la trama se sumerge además en el terreno familiar, en las persecuciones y en la inserción de Diana en el ámbito íntimo de Sandy. Ahí es cuando quizás todo hace más ruido a pesar de la buena química que existe entre los protagonistas. Ambos conocen el timing de la comedia pero aquí las situacones hilarantes quedan en un segundo plano.