Estafando a los espectadores
Otro intento fallido de la llamada "nueva comedia norteamericana". Otra vez se cae en el ridículo intentando, con poca gracia, hacer reír al público de la gordura de una persona o a través del humor escatológico que en varias ocasiones cruza la línea de lo divertido hacia lo simplemente asqueroso o ridículo.
En esta ocasión el director Seth Gordon ("Horrible Boses") no logra sacarle el jugo a dos genios de la comedia como Jason Bateman ("Arrested Development", "Paul") y Melissa McCarthy ("Bridesmaids", "The Heat"), en gran parte culpa de un guión chato, tirado de los pelos e incoherente.
La historia de entrada ya es bastante liviana y nos propone el viejo juego de la estafa a través del robo de identidad, en este caso personificada por Diana, el personaje de McCarthy. La contraparte es Sandy, un empresario cuya vida se ve complicada de mil maneras por el dinero que Diana está gastando en su nombre. Hasta ahí no es una genialidad pero podría haber resultado, el problema se presenta cuando ambos cruzan sus caminos y se le pretende imprimir a la película un juego fallido entre policial y comedia valiéndose de la situaciones más inverosímiles que se te puedan ocurrir. Se ve que los escritores se fueron por las ramas y en vez de proponer una historia consistente, se coparon creando secuencias alocadas donde todo depende del talento de los actores para hacer reír y no tanto de la sustancia de la historia. Saca algunas sonrisas, sí, pero cada 15 minutos te hace acordar que estás viendo un sub producto, algo medio pelo que se podría disfrutar un día de pocas opciones en DVD o Blu-ray. Individualmente McCarthy demuestra que es una comediante grosa y que su sola presencia puede levantarle algunos puntos a la propuesta, mientras que Bateman está desperdiciado en un rol que resulta por momentos irritante y desabrido.
Para redondear, hay comedias mucho más divertidas que esta, incluso entre ese nuevo grupo de exponentes de la nueva comedia americana que sigue haciendo pasos erráticos. Paradójicamente, este último trabajo de Seth Gordon resulta casi una estafa para los espectadores.