Realismo estremecedor
Apelando a la fascinante historia contenida en la novela de Markus Zusak, Ladrona de libros logra describir de una manera tan dolorosa como poética y entrañable la indeleble tragedia de la guerra. No por nada uno de los personajes del film del ascendente Brian Percival, es nada menos que la mismísima muerte, que a través de una envolvente y armoniosa voz en off, aparece en determinados y sustanciales pasajes del film. El desprecio por la vida humana fue uno de los ejes esenciales que el nazismo llevó adelante para desencadenar el Holocausto y la posterior genocida Segunda Guerra Mundial. De todo eso habla y expone con crudeza el film, pero también se refiere a una pequeña y promisoria niña y todo su ramillete de afectos, que incluyen un joven al que su familia protege de la persecución antisemita, un vecino de su edad que irradia amor infantil, una madre intransigente pero con dos caras y un padre repleto de dignidad. Criaturas que van desarrollando su vida y sus afectos en medio del espanto y la devastación del totalitarismo y la contienda. Atrapante de principio a fin, estremecedora en su realismo y cautivante en su plano metafórico, Ladrona de libros, más allá de su condición de film candidato al Oscar, es una pieza repleta de lecciones de vida. Notable en su ambientación, fotografía y sustentada por un elenco que pese a su disparidad de edades se iguala en su enorme bagaje emocional.