Basada en la novela homónima de Markus Zusak, Ladrona de libros cuenta la historia de Liesel Mamminger, una niña de 9 años adoptada por una familia obrera alemana durante la Segunda Guerra Mundial, que ayudada por su padre adoptivo aprenderá no solo a leer sino el poder de las palabras y la imaginación, encontrando en los libros el refugio para superar el dolor de los tiempos que vive y ayudar a todas las personas que conoce y quiere
En la línea de films como Anna Frank, El niño con el pijama de rayas, de Mark Herman y porque no La vida es bella (cierta similitud de Geoffrey Rush, en formas y actitudes el personaje de Roberto Benigni, quien trata de endulzarle los hechos a la niña), La ladrona de libros se desarrolla en el terreno entre la emoción, las buenas intenciones y el encanto de la inocencia de la niñez.
Con una ambientación y puesta en escena clásica, pero eficaz técnicamente, y dirigida con cierta contención, tratando de evitar caer en lo lacrimógeno frente a la sensiblería que provoca la representación de los horrores de la guerra (la noche de los cristales rotos, la quema de libros, las agresiones a los judíos, etc), el relato avanza centrado en la mirada de la pequeña Liesel que nos va humanizando el paisaje, el de sus padres adoptivos, su compañero de juegos, vecinos y hasta el de la esposa piadosa de un comandante nazi.
Resulta interesante, desde un punto de vista poético, darle voz a la Muerte y hacer de ella un personaje tan desconcertantemente amable y comprensivo para narrar una historia que guarda las huellas trágicas del holocausto.
Pero dicho enfoque hace que el relato resulte ligeramente superficial y carezca de la fuerza necesaria para realzar visualmente las penurias de la familia protagonista y las tragedias del entorno, exteriorizándose principalmente a través de los diálogos que con cierta naturalidad consiguen mantener la conexión emocional entre lo que sucede en pantalla y el espectador.
Pero es, sin lugar a dudas, el trabajo de sus protagonistas el principal atractivo. Con una gran actuación de Sophie Nélisse (a quien ya vimos como promesa en Profesor Lazhar), componiendo a esta niña de 9 años de edad cuyas primeras escenas son cautivadoras y que en muchas otras solo basta su mirada para empatizar con su personaje.
Geoffrey Rush (A quien vimos en El discurso del rey y próximamente en otro gran protagónico en La mejor oferta, de Giuseppe Tornatore), dotando de una ternura inconmensurable a su personaje de padre adoptivo de la niña, y una correctísima Emily Watson, en un personaje bastante arquetípico como la madre adoptiva de carácter contrastante, pero que ella consigue darle humanidad, sobresalen de un elenco que cumple con su cometido.
Tal vez algunas imprecisiones de continuidad, como cambiar del idioma inglés al alemán sin ninguna necesidad en algunos personajes siendo todos alemanes; la escena incomprensible cuando la madre va al colegio a comunicarle a la niña que Max se curó (si era un secreto porque no esperar que regrese del colegio) y las imágenes poco verosímiles posteriores a la caída de las bombas donde no hacía falta mostrar los cuerpos mientras la voz en off lo cuenta, restan puntos a esta gran producción donde la banda sonora (Nominada para los premios BAFTA, Globos de Oro y Oscars 2013), a cargo del experto John Williams, engrandece la película y acompaña la buenas actuaciones que hacen de La ladrona de libros una opción recomendable de la cartelera.