Refugiarse en las palabras
Dirigida por Brian Percival, Ladrona de libros (The book thief, 2013) es la versión cinematográfica de la premiada novela de Markus Zusak, publicada en 2005. Buenas actuaciones y una fotografía increíble respaldan una historia dramática desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial, época en la que las pequeñas acciones podían cambiar para siempre la vida de alguien.
Emotiva por donde se la mire, Ladrona de libros relata la vida de Liesel Meminger (Sophie Nélisse), una niña alemana que es dada en adopción a un matrimonio sin hijos: Rosa (Emily Watson) y Hans Hubermann (Geoffrey Rush). Liesel asiste a la escuela, conoce a Rudy Steiner (Nico Liersch), quien se convierte en su mejor amigo, y junto a su padre comienza a descubrir la lectura. Las letras y palabras se convierten en aliados que le proporcionan un “mundo paralelo”, lo que por momentos le permitirá distraerse de la realidad. Pero todo cambia cuando, producto del sombrío escenario de la Segunda Guerra Mundial, aparece Max Vandenburg (Ben Schwartz), un joven judío al que la familia Hubermann protegerá en su sótano.
Aunque no es sencillo adaptar una obra literaria al cine, en Ladrona de libros es muy efectivo tanto el trabajo de Percival como el del guionista Michael Petroni. La película consigue que, durante 130 minutos, el espectador sea partícipe de un relato que mantendrá su atención. Cada una de las escenas que se suceden atraviesa diferentes climas en los que el drama y la emoción son el denominador común.
Los actores exploran al máximo los matices de cada uno de los personajes ideados por Zusak, lo que confirma la excelente elección del reparto. Las escenas de Rush, Watson y Nélisse logran un grado de complicidad que conmueve. Además, hay que destacar la ambientación de la época y la fotografía.
Sin duda, la severidad del relato no se oculta en ningún momento. Y una de las novedades que plantea el libro es que la "Muerte" es la narradora. Esa información es lo primero que conoce el público; un dato no menor que puede, o no, condicionar la mirada del espectador.
Si bien la protagonista es una niña que tiene que sobreponerse a circunstancias sumamente difíciles, con valentía logra transformar algunos aspectos de su realidad. Quizás ese es el mensaje principal de un film en el que el drama más profundo convive con la esperanza. O con la ferviente necesidad de pensar en ella.