Pasado perfecto
Ladrona de Libros (The Book Thief) es una de esas películas que agradan. Una niña, una historia dramática, solidas actuaciones, un contexto histórico crucial en la humanidad. Todo eso atravesado por el malo más malo que pudo encontrar el cine: el nazi. Y si además se basa en un best seller… voila, habemus película.
La cuestión con la mayoría de estas películas centradas en ese contexto es que tratan de diferenciarse pero suenan igual. O al menos, la mayoría. Ahí están El Libro Negro del loco Verhoeven y Bastardos sin Gloria (que no se si encajaría como histórica per se, pero ojala lo hiciera) para acreditarlo. El resto solo enfoca desde diferente ángulo, pero con una circularidad cinematográfica que agota.
La historia de Ladrona de Libros es la de Liesel Meminger, una niña que es entregada en adopción a una familia alemana conformada por Hans Hubermann (Geoffrey Rush) y Rosa (Emily Watson). La niña tiene que adaptarse a un mundo cruel que la mira con ojos extraños. En su soledad encuentra sosiego en la lectura, el espíritu sensible de su padre y en un vecinito rubio que está enamorado de ella. El asunto principal de la película es que está niña crece durante el ascenso del nazismo en Alemania. El otro, como bien expresa su título, son los libros. La idea de la literatura como resistencia, salvación y conservación de la memoria, algo que no termina de explotarse del todo.
El tono del relato es más ligero de lo que se podría imaginar. Mostrando a un pueblo ordenado y civilizado, con excepción de algunos acontecimientos vinculados con la persecución a los judíos y la intromisión de la guerra en sus hogares.
Sin un pulso riguroso ni crudo, muchas veces uno se ve imbuido en la fría distancia de un bello cuadro, olvidando lo que sucede alrededor.
Quizás la intención del relato no era la de abusar de lo maléfico de los nazis (ya se ha visto y resulta algo bastante fácil de hacer), pero aun así, uno siente como si se utilizara un almohadón para aminorar el ruido de ese tiempo (donde solo se ven morir alemanes). El avance del nacional socialismo frente a un pueblo que deja hacer, exponiendo una de las principales fallas del relato, una cierta inocencia de los alemanes en la creación de su líder. Como si a los ciudadanos no les importara y el nazismo ascendiera desde el infierno, sin dar muestra cabal de su vergonzosa complicidad. Estoy seguro que no todo el pueblo alemán estuvo de acuerdo, sin embargo, es bastante livianito como se expresa. Un hecho puntual marca esta idea. La pequeña Liesel se conforma como ladrona de libros en la casa de un jerarca nazi “malo” cuya esposa es “buena”. Ella es quien le comparte su inmensa biblioteca hasta que el marido le niega su ingreso, a partir de ahí toma prestados sus libros. Está misma familia aparece cerca del final luego de un hecho terrible y Liesel corre a los brazos de esa madre/familia. Como una reconciliación, obviando que ellos fueron los que trajeron el derramamiento de sangre a su pueblo.
Lo que más se agradecía durante la narración era que no existía un abuso del golpe bajo (a pesar de su ritmo por momentos monocorde), algo que se tira por la borda en un último tramo donde se despacha de lo lindo. Se salva quizás el recorrido fotográfico final, donde el pasado toma entidad con verdadera tristeza, la evocación de lo que pudo ser y no. Pero también puede ser que haya llegado tan golpeado por la resolución de la historia que simplemente no tenia defensa para esa última estocada emocional.