La ópera prima en solitario de Greta Gerwig inicia con un viaje en auto compartido entre Lady Bird (Saoirse Ronan) y su madre Marion (Laurie Metcalf). La conclusión final del film también supone un viaje pero que tanto madre como hija deberán hacer por separado. De esta manera film y personaje a la vez, representa en sí mismo un viaje. Uno de cambios, del fin de la adolescencia y todo el crecimiento que ello trae consigo. Un recorrido en el cual todos los que rodean de manera cercana a Lady Bird, influyen y hacen a la vida y la fuerte personalidad de esta chica de 17 años atrapada en la mundanidad de la ciudad de Sacramento.
Y ésta ciudad perteneciente al estado de California es un personaje más en el relato, que no solo funciona como prisión cotidiana de la protagonista, sino que también entra en relación con ella y su lazo, forzado o no, con la fe religiosa. Lady Bird asiste a una escuela católica y las relaciones que entabla en ese ambiente, su fuerte amistad con Julie (Beanie Feldstein), su relación más frívola con Jenna (Odeya Rush), o los diferentes noviazgos y fracasos amoros con Danny (Lucas Hedges) y Kyle (Timothée Chalamet), son sus intentos de vivir la vida que no tiene.
Sin ir más lejos, un sacramento (dejando de lado las facturas) representa un acto de fe a través del cual se manifiesta la relación del creyente con Dios. Ahora bien, si aplicamos el término de sacramento a la ciudad habitada por los personajes del film, el resultado es básicamente el mismo. Esa ciudad, incluyendo todo lo que detesta de su vida Lady Bird, funciona como mapa representativo de todas sus relaciones, con sus amistades y su familia. Tanto madre como hija chocan mucho entre sí, una relación conflictiva debido a las ansias de Lady Bird de volar de allí y los intentos un tanto controladores de una madre, que indudablemente ama a su hija, pero que no está lista aún para verla crecer y partir.
Pero así como en algunos casos se fortalece y se abordan en profundidad los vínculos de la protagonista, otros sencillamente son planteados para nunca ser desarrollados o al menos para siquiera poder establecer un sentido más allá de pintar un poco el mundo a su alrededor. Incluso la figura paternal de Larry (Tracy Letts), es tratatada con un encanto hermoso en cuanto al cariño que mantiene con su hija, pero solo son pequeños bosquejos que nunca terminan de trasladarse enteramente de forma demasiado significativa a la pantalla.
Es así como el film de Greta Gerwig se disfruta pero sin demasiados aspectos que hagan del mismo un material sobresaliente. No por falta de méritos o porque algo falle en su desarrollo, sino porque dentro de lo que es el cine independiente estadounidense se han visto toneladas de films similares, por lo que Gerwig con Lady Bird no termina ofreciendo algo demasiado interesante como para ser recordado o revisitado en el futuro. Una más que tiempo después pasará desapercibida en un el vasto catálogo del cine indie. De todas formas, es demás interesante todo lo que puede aguardar a su directora en el bello viaje cinematográfico que inicio con este film. Mientras tanto, a seguir camino…