MADRE E HIJA.
La historia transcurre en Sacramento, California, en el año 2002. Christine “Lady Bird” McPherson está terminando el secundario y busca una vacante para la universidad. Tiene una relación complicada con su madre, una enfermera que es el sostén económico de la familia desde que el padre de Lady Bird perdiera su trabajo.
La historia suma a estos dos conflictos las amistades de Lady Bird, sus inicios sexuales y todo el camino de la adolescencia a la adultez que a la fuerza debe encarar la protagonista. La historia está narrada con el tono tenue y amable de las películas independientes norteamericanas que terminan obteniendo los premios de la industria cada año. Simpatía, melancolía, drama y un tono que evita cualquier pico dramático del cine más masivo.
Pero el tono con el que la directora y guionista narra la película también la hunde en la tibieza típica de docenas y docenas de películas independientes pero tan o más convencional que el cine industrial. En Estados Unidos, Argentina, Francia o donde sea, estas películas se apilan en festivales y circuitos alternativos, sin la potencia de obras de quiebre y sin la más remota posibilidad de distinguirse unas de otras. Pero la suerte a veces acompaña a ciertas películas y que la directora sea un actriz de prestigio también es una manera de que los que otorgan los premios prestan mayor atención.
No se puede acusar a la película en sí mismo por el verse beneficiada con la fama de su protagonista o una coyuntura favorable para premiar una película dirigida por una mujer. En un par de meses todo esto habrá pasado al olvido y solo quedaran los premios y las películas, no los motivos. Sé que sonará insólito que Greta Gerwig esté nominada a mejor dirección y no lo estén Steven Spielberg por The Post o Kathryn Bigelow por Detroit o incluso Martin McDonaugh, cuyo film 3 anuncios por un crimen es una de las dos favoritas a ganar el premio mayor. Pero gente que realmente no merecía premio alguno ha sido nominado antes e incluso ha ganado de forma absolutamente inaceptable, no será Gerwig un caso particularmente vergonzoso. Aun sigue habiendo libertad para que cada uno vote lo que quiera, por suerte.
A pesar de su casi nulo aprovechamiento del lenguaje cinematográfico, Lady Bird encuentra momentos de luminosidad dentro de una propuesta de poco vuelo. Los vínculos ya mencionados, tratados con paciencia y detalle, logran captar la identidad de su protagonista y, en particular, la relación con su madre. Si bien la película no está a la altura de la fama que está logrando, no hay en ella especulación alguna para obtener premios o lograr prestigio. Se ve genuina la intención de la realizadora y en las escenas donde esto es más claro la película consigue sus mejores instantes.