Una vida devorada en la vorágine mediática
¿Qué más podría contarse de Lady Di, una de las celebridades más relatadas, fotografiadas y discutidas de las últimas décadas? Ya hay cientos de libros, documentales, películas y especiales de televisión sobre la princesa de Gales. Sin embargo, el realizador Ed Perkins (nominado al Oscar por el corto “Black Sheep”) logró una vuelta de tuerca en su documental “Lady Di” (que aquí se estrenó en cines y en EEUU ya está en HBO Max con el título “The Princess”). Perkins se basa exclusivamente en materiales de archivos públicos. Su documental no incluye ni imágenes inéditas, ni opiniones ni testimonios actuales. Son imágenes y audios que en su momento aparecieron en la mayoría de los medios pero que, vistos desde el presente, adquieren otra dimensión y hasta disparan una nueva lectura.
Acá la historia de Diana se cuenta sola (el director nos hace creer eso hábilmente) a través de las miles de horas que los medios de comunicación han dedicado a su vida y su figura, desde su casamiento con el príncipe Carlos cuando ella tenía sólo 19 años hasta su trágica y prematura muerte en París, pasando por el nacimiento de sus hijos, su enorme popularidad, su conflictivo matrimonio, sus problemas de salud, sus cortocircuitos con la realeza y su agrio divorcio.
Es revelador descubrir en algunas filmaciones oficiales del matrimonio real en sus comienzos la evidente incomodidad de Diana, entonces disfrazada de timidez. Y también ver cómo se naturalizaban en los años 80 las actitudes machistas del príncipe, que contaban con la aprobación pública tanto de hombres como de mujeres.
Pero, por sobre todo, en el relato audiovisual de Perkins queda abiertamente de manifiesto la manipulación mediática de la figura de Lady Di, que pasó de la fascinación inicial del cuento de hadas al posterior maltrato y acoso constante de paparazzi en busca de carroña, mientras los medios sugerían que era ella quien buscaba publicidad. Por supuesto que los mismos medios después de su muerte la transformaron en un ícono cultural y la veneraron como si fuera una santa, pero el documental no llega hasta ahí. Afortunadamente, la reflexión final queda del lado del espectador.