Pincelazos de thriller en un film de época
Lady Macbeth (2016) narra la historia de la joven Katherine, quien impulsada por el miedo hacia su marido y suegro, se convertirá en una fría mujer dispuesta a todo. El film de época, premiado en los BAFTA 2017, intenta escapar constantemente del culebrón televisivo.
Si bien está ambientado en el 1800, la película del operaprimista William Oldroyd, no tiene reparos en prescindir de los típicos formalismos a los que nos tienen acostumbrados otros films denominados “de época” (Barry Lyndon, por ejemplo). La habilidad del director galardonado en Inglaterra, consiste en injertar una especie de thriller dentro de la Gran Bretaña rural y de condes.
Florence Pugh, es quien personifica a Katherine Lester, chica que es obligada a casarse con el hijo de un noble inglés. Serán los actos de violencia y denigración los que hagan implosionar a la mujer. Primero, cuando comienza a tener un amorío con un criado, durante la ausencia del esposo. Luego, para deshacerse del suegro y obligar a su sirvienta a ser testigo de cada acción.
Los sin sonidos son otro punto favorable para el realizador. Y es que durante casi toda la película no existe la música extra diegética. Será la soledad de Katherine y el imperio del silencio los que invadan la cabeza su propia cabeza, con un rol femenino poco común para este tipo de películas. Somos nosotros ahora, los que tememos por los actos de Lady Macbeth. Así, el director nos irá arrinconando hasta ser testigos de este suspense sin los rigores específicos del género.
Es justo allí cuando su director corre el riesgo de caer en un drama televisivo al estilo de las novelas turcas que habitan el prime time. Por suerte, logra sortear con algún esfuerzo el problema, gracias a la sólida actuación de su actriz y los espacios dominados por las perturbadoras ausencias de registros sonoros.
Premiada también por el periodismo en el 64 San Sebastián, la realización demuestra que, a pesar de solidarizarnos al comienzo con la chica que sufre los embates patriarcales propios del 1800, cuando se trata de historias de traiciones y venganzas, no hay lugar para víctimas y villanos.