Infinidad de veces se dijo que el amor es ciego. Pues aquí, en esta película, encontramos una prueba cabal que dicha frase, es cierta.
Emma (Valeria Golino) es una osteópata, soltera, que concurre asiduamente a un sitio muy especial cuya actividad es, tras las cortinas, permanecer a oscuras y relacionarse con otras personas a través de la voz y los otros sentidos que puedan servir en estos casos, resultando una experiencia nueva y original. Pero ella cuenta con una ventaja, es ciega desde los 17 años, pero esa incapacidad no es un impedimento para poder trabajar y moverse libremente por la ciudad.
Hacia ese lugar concurre una vez Teo (Adriano Giannini), quien trabaja en una agencia de publicidad, y le recomendaron asistir para apreciar en carne propia ese momento, pero queda subyugado por la seductora voz de ella, y el romance no tardará en llegar.
Silvio Soldini maneja los hilos de esta comedia dramática con oficio. Los personajes son delineados como opuestos, pero que se complementan a la perfección. Ella es ordenada, metódica, y tiene una amiga disminuida visual. Él vive solo, pero tiene una novia fiel y una amante fija, que a su vez es casada. Para vivir así, mintiendo y engañando constantemente, tiene una gran habilidad e imaginación, como la que necesita para desarrollar su trabajo. Su amigo y confidente es un compañero de oficina.
La protagonista es expresiva, cuenta su vida sin pruritos, da todo sin exigir nada a cambio, pero Teo oculta su pasado, lo avergüenza. Dice lo justo y necesario para conformarla a ella y a su novia oficial, manteniendo un delicado equilibrio entre las partes, sabiendo que en cualquier momento todo lo construido, se puede derrumbar.
El desarrollo del film tiene un ritmo constante, siempre suceden cosas, tanto de las buenas y placenteras como los inconvenientes lógicos y necesarios para que evolucione correctamente la historia. Técnicamente es impecable, cuenta con un buen presupuesto como para utilizar distintas locaciones y no dar indicios de austeridad.
Básicamente la narración se sostiene en las marchas y contramarchas de la relación. No hay nada innovador, sólo frescos y actuales diálogos, utilizando un lenguaje coloquial.
Todo para demostrar que no se necesitan los ojos para ver realmente, sino los sentimientos más puros y genuinos de un amor de película.