Emma es ciega. Su discapacidad nos transporta hacia la oscuridad absoluta, a una vida donde los otros sentidos deben ser desarrollados involuntariamente por la biología del cuerpo humano en su afán por reemplazar la visión. Trabaja como osteópata y enseña francés a una muchacha joven no vidente de carácter temeroso y rebelde que jamás salió sola a la calle. Un día conoce a Teo, un cuarentón buen mozo que se gana la vida como creativo publicitario y que responde a toda característica lógica de hombre exitoso. La atracción no se tarda entre ellos, en medio de escapadas nocturnas, cenas con vinos finos y un cúmulo de pasiones que, latentes entre charlas que abrazan el encanto de lo novicio, se hacen esperar como consumación de virgen. Todo parece perfecto hasta que se da cuenta, por un encuentro desafortunado, de que el galán tiene pareja. El cuento de hadas perfecto termina. L’ Amore con Te, de Silvio Soldini, tiene un par de hallazgos que no la confieren al olvido eterno, también tiene algunas buenas ideas en la puesta en escena que parecen hablar de un realizador preocupado por narrar algo más que un mero film romántico.
Una escena tiene a Emma perdida entre las góndolas de un supermercado, luego de enterarse de que su conquista estuvo siempre en pareja, y cuando intenta escapar no solo de la situación, sino de ese sentimiento que parece arderle en el pecho, vemos cómo el entorno se va de foco. De manera inteligente, Soldini no utiliza subjetivas imposibles o ridículas (¿Puede un director ser tan manipulador e intentar hacer una subjetiva de un ciego?…), por lo que sitúa la cámara detrás de la protagonista y por sobre sus hombros. Ella jamás ve el entorno que la rodea, pero nosotros sí. Somos testigos de un mundo que comienza a difuminarse, a borronearse. Las formas que emplea el director son justas, certeras, y se basan en elementos puramente cinematográficos que van desde el relato clásico (que responde más a la tradición del cine romántico norteamericano que al europeo) hasta sus formalidades estéticas.
Otra escena notable ocurre cuando Teo y Emma están en el cine, hundidos en sus butacas: él le relata lo que ve, en voz baja, intentando que el resto de los espectadores no pierdan la paciencia. Nosotros jamás vemos nada del film en cuestión, por lo que se nos confina a un fuera de campo que simboliza las limitaciones de Emma. Oímos el relato de Teo, o por lo menos creemos en lo que él ve. Teo, quien al trabajar en una agencia de publicidad manipula imágenes, marca un distanciamiento con respecto a Emma. Por su parte, la función del galán es convencer a la gente de que el producto al que se hace referencia en las publicidades sea necesario y se venda. Como viejo mujeriego que es, se la pasa vendiendo una imagen a su novia con tal de zafar del desastre.
El final, con aroma a western urbano y un personaje en camino hacia la redención, asume la molestia de tomarse en solfa las situaciones en el momento más logrado e hilarante de la película; todo un logro a esta altura del partido en el cine Italiano actual.
Film ameno, simpático, bien ejecutado y para nada denso (que no solemnice el tema de la ceguera implica casi una proeza), L’ Amore con Te se deja ver sin moralinas, sin golpes bajos ni otros horrores que suele arrastrar este tipo de relato.