Inexplicable puesta al día de films que trabajan desde el romanticismo problemáticas asociadas a alguna discapacidad para generar relatos efectivos. Acá la ceguera de la protagonista es el motor para impulsar la nada misma.
Película de fórmula, con un tufillo a “hagamos esto sin mucha preparación”, Valeria Golino hace lo que puede destacándose en una propuesta triste, vacía, aburrida, sin mucho más que decir.