Cuando Larry conoció a Mercy
Tom Hanks co-escribió, produjo y dirigió este film en donde interpreta a un empleado que es despedido. Larry Crowne (2011) combina el romance y la comedia con una dosis de crítica social.
Los opuestos se atraen, dice el refrán. Pero en la nueva película del actor de Forrest Gump (1994), la atracción comienza a dibujarse tímidamente hacia el tercio del relato. ¿Una falencia narrativa? Para nada. El film tiene un planteo minimalista y, a tono con esta premisa, ofrece una serie de viñetas que apuntan las características principales de la pareja protagónica.
Co-escrita con Nia Vardalos (la actriz de Mi gran casamiento griego -My big fat Greek wedding, 2002-, que Hanks produjo), la película comienza con el despido de Larry. Mientras que el pobre hombre esperaba el título de “empleado del mes”, recibe la noticia más dramática. La empresa, le dicen, necesita empleados que aspiren a un ascenso, y él –que no tiene estudios universitarios- queda afuera de ese requerimiento. Angustiado, primero se pone a buscar empleos y luego recurre a la venta de jardín, con la que intenta sobrellevar la hipoteca de su casa. El consejo de un amigo lo lleva directo a la universidad, en la que tomará clases de economía y oratoria, esta última a cargo de la poco amable profesora Mercedes Tainot (Julia Roberts).
La película aborda con sutileza aquello que los iguala, dejando las obvias diferencias en un plano más decorativo y naif. Ambos necesitan un cambio de vida, motivados por distintas circunstancias. Él, un bonachón “desprejuiciado”, se relaciona con una joven compañera que le presenta a sus amigos motoqueros, quienes lo suman al clan y le inspiran un look más jovial. Ella carga con su hastío tanto en laboral como en la vida matrimonial.
El planteo del acercamiento de la pareja es interesante por lo no convencional, pero esta idea provoca ciertos desajustes. Está claro que la propuesta del guión apunta a la acumulación de detalles más que a la concreción amorosa. Pero el retraso del encuentro le resta convicción al romance. En películas como Cuando Harry conoció a Sally (When Harry Met Sally, 1989) o El espejo tiene dos caras (The Mirror Has Two Faces, 1996) siempre queda la sensación de que alguien en la dupla actoral “cedió” ante la presencia del otro, para alcanzar esa suerte de comunión que le da validez al género y llega a producir parejas memorables. En Larry Crowne es Julia Roberts la que se pone a tono con la historia. Logra una composición más minuciosa, alejada del estereotipo que construye Hanks, cuyo personaje lo acerca a ese grupo de perdedores a los que el cine norteamericano le gusta “premiar” luego de ser desplazados por el sistema. El problema es que la película ofrece una mirada demasiado despiadada del mundo como para luego hacerle creer al espectador que todo se puede solucionar.
No obstante, si se considera la labor de la actriz protagónica y la de los secundarios (un puñado de “locos lindos” que le dan un poco de credibilidad al relato) sumados al planteo argumental, la balanza se inclina hacia una buena película, amena, sin mayores sobresaltos. Como la vida de Larry Crowne, el hombre que pese a todo lo que le ha pasado podrá enamorarse, ¡qué más!